Ser padre, va quizás mucho más allá de un acontecimiento lógico y físico, ser papá desata una fuerza sobrenatural que convierte en ángel guardián a los hombres buenos con esmero y dedicación. Ser padre es querer siempre con total sinceridad, lo mejor. Es ese amor infinito que no impone condición, y que jamás resulta perfecto pero está lleno de pasión.
El talento no se hereda, quizás; pero los genes explícitos y plasmados para poder repetirse o multiplicarse, están. Aunque hay casos excepcionales dónde esa célula magistral se potencia y sobrepasa muchas veces, lo logrado por papá. ¿No me creen? Bueno, vamos a echar un vistazo al deporte profesional; donde en mayor o menor medida, se produce el placer de emular al hombre que te dió la vida. Y no basta con pedigree, el éxito del legado reside también en ser un perenne y apasionado motivador.
A finales de la década de los 90 y a comienzos del nuevo siglo, una importante generación de Navegantes del Magallanes tuvo en sus filas a un guaireño que se consolidó como pieza predilecta en los jardines, no era un sobrenatural del beisbol; pero rendía sus frutos para aportar algo de valía en la Nave Turca: Ronald Acuña.
Su impronta, en comparación con la de otros excelsos guardabosques de aquella época; le hicieron peso para no llegar a Las Mayores…
Pero el destino le tenía preparado un bonito premio, pues; Dios había repotenciado sus habilidades en cada uno de los niños que procreó… Un galardón de aquellos, ya brilla con alta prominencia en el mejor beisbol del mundo, su nombre es idéntico; por tal razón ahora lo conocen como el Junior.
Muchos espectadores de la actualidad, no conocen, no recuerdan o simplemente no vieron jugar al padre; pero la fama de Ronald Acuña Jr., arropa toda la popularidad posible en comparación a su progenitor.
Sí, no cabe ninguna duda, "El Abusador" de La Sabana en el litoral central venezolano; es extremadamente mejor, y por bastante.
En una entrevista en sus años de ligas menores, Ronald Acuña Jr. comentó que su motivo para empezar a jugar béisbol y enamorarse del deporte fue precisamente ver jugar a su padre como profesional. Un beisbolista que se retiró en 2010 y todavía relativamente jóven.
"Tengo que agradecerle mucho a mi padre. Él ha sido una de las motivaciones más grandes para jugar beisbol, porque desde niño lo veía. Desde ese entonces quise ser pelotero.", comentó en algún momento la actual estrella de los Bravos de Atlanta y de las Grandes Ligas; un diamante varguense que por supuesto no necesita presentación.
Tarea indispensable de un papá: aconsejar y conducir para no repetir
Aprender de los errores ha sido la principal enseñanza que Ronald Acuña Padre, le ha dado a su hijo… Acuña "El Viejo", confiesa siempre que uno de los motivos por los cuales no llegó a las Grandes Ligas fue por no esforzarse lo suficiente y por indisciplina. Elementos que su hijo trata de controlar a toda costa, por causa y efecto de un elemento: los regaños de papá.
Y aunque la labor de Acuña Padre es interminable, como en cada rincón del mundo es impostergable la intensidad protectora de un papá; él también ha recibido otra encomienda similar, ya que otro hijo suyo de igual manera ha dado el salto al profesional y con una capacidad que proyectan de talla mundial… Su nombre es Luisángel Acuña, y ya se perfila como un futuro bigleaguer al que Ronald Padre también debe tutelar; claro está, con un poco de ayuda de quién fue su primer regalo celestial. No es solo trascender, también hay que inspirar.
Sólo un Guerrero es capaz de conducir a otro Guerrero ¡Entre Vladímir te veas!
La carta está bastante alta para Vladímir Guerrero Jr., no resulta fácil alcanzar a un Salón de la Fama, y aunque las proyecciones le brindan el chance; el objetivo de su papá ya está consolidado.
Ese niño que corría por todo el dugout, y que agarraba todos los guantes, ese pequeño que se paseaba por cada estadio, ya creció… Y ya también corre en la búsqueda de batazos que le ayuden a estar en el pedestal del hombre que lo inspiró y que lo modeló: un conde dominicano con un brazo envidiable, con impresionantes estacazos, con fuerza desmedida, con desbordada humildad, y que evitaba usar guantines a la hora de batear.
Vladdy Jr., no es el único retoño de Vladimir Guerrero Padre, en total son nueve; pero las amplias características parece haberlas desarrollado a plenitud el jovencito nacido en Montreal en 1999, ciudad canadiense donde su papá se residenció cuando vestía el uniforme de los extintos Expos.
Y vaya los caprichos del destino, Vladimir Jr., debutó en el denominado mejor beisbol del mundo con una organización también canadiense: Los Azulejos de Toronto.
Por obvias razones, las comparaciones siempre vendrán; pero entre estos dos colosos, todavía más. Porque resulta que las carreras de estos Guerreros, lucen casi idénticas en materia de estadísticas.
En 403 juegos disputados, Guerrero Padre ya había conectado 87 vuelacercas y bateaba para promedio de .363, mismas cifras que registra su hijo en igual periplo. ¡Qué coincidencia! Parecido físico y matemático que asombra a propios y a extraños.
Cooperstown lo podría esperar, si los batazos y las hazañas siguen saliendo. ¡Estarían padre e hijo repletos de inmortalidad! Derroche de inspiración de un auténtico influencer que no se detendrá jamás.
Michael Schumacher, un papá a toda velocidad…
Un múltiple campeón de la Fórmula 1, consagrada estrella del deporte mundial y excelente padre; amado en Ferrari y recordado con exactitud en cada pista. Hoy, en un estado médico vegetal; el alemán no puede ver a Mick en los trazados del mundo. Quien luce bastante lejos de repetir las hazañas de su padre, pero que igual habría querido tenerlo en todos los pits que ha circundado. El legado funcionó, pero hubiese podido ser más fuerte.
Bañado regularmente con el estigma de su padre, Mick Schumacher quiere siempre demostrar que no llegó a la máxima categoría del automovilismo sólo por su apellido, sino por un talento que le vino heredado y que quiere apuntar en todos los Grandes Premios.
De niño, recuerda con especial ahínco esas jornadas inaugurales de la Fórmula 1 en Melbourne, Australia; a las que su padre siempre lo llevaba. Para la historia han quedado las fotografías que lo captaban junto a su impresionante progenitor, montado en un monoplaza y jugando a ser piloto. Mick soñaba con emular al Kaiser.
El siete veces campeón del mundo, en cama e inerte; habría querido aupar muchísimo más a su hijo, así como también su padre le acompañó y motivo siempre; desde aquellos incipientes años en el karting alemán.
Mientras sus pruebas se volvían cada vez más intensas, Michael procuró que Mick no sufriera la presión que significaba tener el apellido Schumacher en cada carrera. Para evitar eso, fue inscrito en competencias bajo los seudónimos de Mick Jr. o Mick Betch, el apellido de soltera de su madre. Estrategias que pretendían alejarlo de los contrastes naturales que suelen practicar en la sociedad.
Llevar en sus venas la sangre del heptacampeon mundial Michael Schumacher es todo un reto y el piloto de 23 años, está dispuesto a afrontarlo. Quizás evitarle aquel choque de realidad durante su infancia o corta adolescencia, le hizo no comprender la batalla comparativa sino hasta muy tarde. El amor de su padre, tal vez; buscó protegerlo cuando los lobos estaban cerca.
“El consejo más importante que me dio mi padre, cuando todavía corría en karting, fue que me divirtiera con lo que hacía. Y ver que ponía en práctica ese consejo era muy importante para él entonces. Si amas lo que haces, lo haces bien”, reveló el piloto en una nota para el medio italiano La Gazzetta dello Sport.
Michael Schumacher sufrió un terrible accidente en 2013 mientras vacacionaba junto a toda su familia en Los Alpes franceses. Practicaba lo que era su hobbie principal, esquiar… Una caída le impactó con unas rocas, y el duro golpe afectó considerablemente su región cerebral. El hecho representó una tragedia para el deporte mundial y para toda su familia, que teniéndolo en estado crítico y conectado a máquinas especiales para mantenerlo con vida; les mermó económicamente al núcleo del teutón.
Este efecto encadenado que proporcionó un giro financiero y social que nadie previó, envió también una chispa especial para que Mick Schumacher tenga presente por lo que debe luchar, sólo; con un apellido que lo respalda, pero con una convicción histórica que no puede defraudar.
“Adoro a mi papá, creo que siempre hizo todo de la mejor manera. Pero no busco un modelo. Estoy centrado en mí mismo y quiero hacer mi propio camino”, añadió Mick, autor de su propia premisa siempre que sale a la parrilla: "Estoy aquí por mi padre y para mí padre".
Modelo de competitividad: El férreo carácter de los Verstappen
Se le acusa de un carácter implacable, sin embargo; nadie puede reprocharle su compromiso en el modelaje para quien es hoy tal vez el mejor piloto de la Fórmula 1.
Jos Verstappen, o como se le conoció siempre: "El Jefe", fue un interesante piloto que rebajó considerablemente su rendimiento en la década de 1990. Su carrera inició en la escudería Benetton a todo dar, pero los escasos fueron abandonándolo a su suerte en el gran escenario mundial. Se retiró entonces para brindarle enfoque a su familia y al pequeño Max.
Su entonces adolescente hijo, ya le superaba en podios y en hazañas; y ahora con más de un lustro en la máxima categoría la distancia entre ambos y en favor del Max Verstappen ha tomado un ritmo avasallante.
Con esta nueva dinastía ocurre algo interesante: ninguno de lo primogénitos de las parejas padre e hijo en la F1 ha logrado emular o imponerse a su padre, de la manera tan abrumadora como lo ha hecho Max sobre Jos.
Y esta básicamente ha sido la tarea de un aguerrido padre, que su hijo de ahora 24 calendarios; alcance umbrales más altos de los que siquiera hubiese imaginado.
Gruñón, efusivo, perfeccionista y poco cariñoso; así se muestra Jos Verstappen, un holandés de pocos amigos que añade para su retoño la búsqueda de la excelencia. Porque al fin y al cabo, con las metodologías más duras que puedan presentarse; al igual que todo padre, lo mueven el amor y el deseo de hacer de su muchacho un multicampeón. ¡Y vaya que lo conseguido!
"Abandonó su carrera para ayudarme. ¿Cuántos padres hacen esto? Puedes ver a muchos padres que disfrutan tanto de sus carreras que no tienen demasiado tiempo para sus hijos y estar involucrados. Pero mi padre hizo eso, y le estoy muy agradecido porque sin él yo no estaría aquí, eso seguro", relató Max Verstappen, neerlandés por ascendencia, pero nacido en Bélgica el 30 de septiembre de 1997.
Jos se ha convertido, según palabras de su propio hijo; en un padre ansioso. La disciplina y los regaños reiterativos de la niñez han pasado ahora a una exigencia que contiene el papá antes de cada carrera. Pues siente entre placer e incertidumbre cuando Max entra en pista… Vienen a su memoria todas las jornadas bajo el intenso sol, bajo la inclemente lluvia, con mucho frío; condiciones en las que de niño le hacía pilotar: Jos estaba construyendo a un campeón, y no se equivocó.
"Quizás no debería decirlo, pero Max hace que el coche parezca mejor de lo que realmente es. Si pones a Max y a Lewis en el mismo coche, no hay duda en mi cabeza de quién sería mejor. Pero esperamos que Red Bull le dé el material para demostrarlo de verdad", auguraba con éxito premonitorio hace un par de años, el orgulloso padre de quien ahora es el actual campeón del mundo: MadMax.
Los Ken Griffey… ¿Récord irrepetible?
El apellido Griffey es de los más importantes en la historia de las Grandes Ligas y lo es por partida doble, tanto por Ken Griffey padre como Ken Griffey Jr., quienes comparten un récord que quizás luce irrepetible en más de un siglo de beisbol profesional.
Precisamente con motivo de la celebración este domingo, Ken Griffey Jr. se convirtió en el 20° beisbolista de la historia en llegar a los 500 cuadrangulares y lo hizo tal cual un Día del Padre del 2004 y con su papá presente en el estadio.
Mismo hombre por cierto junto al que debutó, el tipo que le enseñó todo sobre los bates y las pelotas, y con quien comparte una marca sin igual en el mejor beisbol del planeta: Major League Baseball (MLB).
El récord de padre e hijo de los Griffey con igual nombre, es que se convirtieron en la primera pareja de padre e hijo que jugó para un mismo equipo en las Mayores.
Además, son la única pareja en conectar cuadrangulares uno tras otro en seguidilla, en el mismo compromiso.
Ocurrió en la temporada de 1990, Ken Griffey padre vivía su zafra número 18 en MLB y fue canjeado desde los Rojos de Cincinnati hasta los Marineros de Seattle; equipo en el que su hijo ya era profesional y estaba en su segunda campaña.
El 14 de septiembre de ese año, alinearon juntos frente a los entonces Angelinos de California; duelo en el que se medirían a los lanzamientos del escopetero Kirk McCaskill.
Griffey, el papá; era el segundo en el orden al bate, mientras que Ken Griffey Jr. estaba como tercero… Ambos hallaron la manera de conectar la pelota con contundencia, primero fue el padre y luego el hijo; tal como debe ser: Papá enseñando el camino. ¡Back to Back!
Allí, se escribió una magnífica y sorprendente historia que no ha podido ser igualada y que tampoco tenía precedentes en más de 100 temporadas jugadas hasta el momento en Las Mayores. ¡Una hazaña indiscutible! Así como resulta indiscutible, la potencia de papá… Feliz Día.
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