@gatotell / Coach profesional, Master PNL
Viendo a diario las imágenes de la invasión rusa a Ucrania el dolor nos embarga, pensar que ese anciano pudo haber sido mi padre, el niño mi hijo y la mujer mi esposa o madre, ese soldado pude haber sido yo, las ciudades en ruinas, los corazones destrozados, la perdida, la separación y la incertidumbre de no saber cuándo volver o si las cosas serán como antes, pero no, ya no serán jamás como antes, ni para Ucrania, ni para Rusia, ni para el mundo.
Lo hecho hecho está, y por mucho que queramos tapar el sol con un dedo, nos percatamos de nuevo de nuestra fragilidad como ecosistema mundial y eso también nos hace sentir vulnerables a todos, que alguien quien quiera que sea, fuera de su sano juicio se le ocurra oprimir un botón y… eso sería todo!
Autoexamen
Por ello, hoy después de dos años de pandemia ( y los que faltan ) bajo un riesgo real de guerra mundial, te pregunto ¿cómo está tu vida? ¿es la que querías?
Por eso digo que la vida no es tan bella, que distinto es soñar lo que quiero, evitar los problemas, no sentir supuestamente las emociones llamadas negativas, y mucho más, crear un cuento donde nada me daña, todo está bien y soy feliz cada minuto que respiro, pero eso es falso, es una gran mentira, así como buena cantidad de personas deciden voltear la mirada para no saber nada de la guerra, muchas son las ocasiones en las que decidimos evitar luchar nuestras propias batallas.
¿Eterna felicidad?
Nos vendieron historias donde la gente podía vivir feliz por siempre, o que el único propósito de la vida es ser feliz, pues yo creo que no es así, ¿quién puede decir que los ucranianos, los rusos y nosotros los venezolanos somos felices ahora? Aun quien gane la guerra lo hará desde el sufrimiento y nosotros, por mucho que nos quieran pintar una mejoría en el país, ya nunca será igual.
Por ello creo que la felicidad es un momento, un estado emocional que se genera por algo, un estímulo que dispara en nosotros ese sentimiento, que es grato cierto, más no es eterno y que bueno que es así, porque no creo en la felicidad eterna, de ser así, no se llamaría felicidad, creo que pasaría a llamarse costumbre, ella, la felicidad, es parte de la vida, no es la vida, ya que esta está llena de otras circunstancias, que te golpean, que duelen, que te enseñan, y si no aprendes la lección, aparece de nuevo con más fuerza hasta que la logras superar para luego enfrentarte a otra.
Sonreír, a pesar de todo…
Y mientras eso pasa, hay espacios felices, hay alegrías que hacen el camino diferente, hay gente que hasta en la guerra ríe y baila y grita y canta, pero eso no le quita el hecho de estar atento a las bombas, las balas y al que puede ser su último aliento.
No viene al mundo para ser feliz, estoy aquí, para enfrentar el más grande de mis retos, mi propia vida, como me venga y como la fabrique, con sus altas y bajas, con sus risas y lágrimas pero mía, por eso, la vida no tiene porque ser bella, mientras sea una vida vivida a consciencia.
Lea más artículos y reflexiones de Guillermo Tell Trocóniz haciendo CLICK AQUÍ
Para mantenerte informado sigue nuestro canal en Telegram https://t.me/Diario2001Online