El primer restaurante diseñado para el deleite de las plantas abrió sus puertas hace un par de años en Sacramento, California, en los jardines del Crocker Museum for Art. Este sitio de cocina experimental fotónica es un proyecto del filósofo y artista Jonathon Keats, quien busca proveer experiencias culinarias enriquecidas a las plantas, nuestras grandes aliadas evolutivas.
En un derroche de imaginación gastronómica, Keats diseña platillos solares con diferentes frecuencias de luz servidos a lo largo del día y conseguidos con filtros de acrílico coloreados en distintas tonalidades, algo que más allá de desorientar a las plantas, según el artista que también transmitió “pornografía celestial para excitar a Dios“, parece complacer sus fotófagos paladares.
“Lo probé antes con mis plantas en casa y, según puedo ver, respondieron bien a mis mezclas delicatessen de naranja, violeta y amarillo, aunque no puedo estar seguro”, dijo Keats a la revista Wired, y agregó: ”La cocina es una forma de comunicación y la mía no estará completa hasta que las plantas desarrollen un mecanismo de crítica culinaria”.
Para estimular la hipotética exquisitez culinaria de las plantas, Keats juega con ultravioletas, azules índigo, verdes turquesa y, del otro lado del espectro, magentas y pizcas de infrarrojo. “Les estoy haciendo un pequeño truco sensorial a las plantas, de la misma forma que los chefs que preparan alta cocina a lo largo de la historia les han aplicado trucos a sus comensales humanos”. Por ejemplo, juegos espectrales para encontrar la longitud de onda de la luz que “puede darles el tipo de excitación que nos produce la comida picante”. Keats, un artista que se caracteriza sobre todo por excesos conceptuales que van de lo sublime a lo estrafalario, convierte la luz en sabor, una de las formas de sinestesia menos comunes.
El repertorio de Keats no se limita a la alta cocina, ha creado también TV dinners para las plantas más junkies: comida que puede servirse en el televisor pero que mantiene cierta altivez al consistir de timelapses del cielo “que las plantas pueden consumir”. Cocina de exportación: sus cenas televisadas para plantas también fueron expuestas en el centro de arte PaRDes en Venecia.
Aunque este ejercicio de catering trans-especie, en el que evidentemente se proyectan características antropomórficas en las plantas, puede percibirse como una banalidad, objetando que las plantas no son sensibles a las modulaciones fotoculinarias que Keats cree proyectarles y que, en cambio, solo alteran su proceso de nutrición natural, lo cierto es que provoca una divertida reflexión.
Keats nos recuerda humorísticamente la poca atención que generalmente le ponemos a las plantas y a su capacidad de sentir como organismos complejos. Un reciente estudio científico mostró que las plantas tienen memoria y el trabajo de Cleve Backster parece indicar que exhiben comportamientos de empatía con otros seres vivos. Así que tal vez las plantas tengan una mayor sensibilidad de lo que creemos y, por qué no pensar con cierta inocencia, que de alguna manera aprecian los esfuerzos culinarios de Keats y de cualquier persona que se tome el tiempo de ponerle un poco de sazón a su dieta de fotones.
(KC)