Llega el otoño, poco a poco el paisaje se va pintando de tonos naranjas y cafés y los árboles caducifolios van perdiendo su follaje.
Aunque a algunos les podría parecer un poco tétrico es, en realidad, parte de un proceso natural de protección y conservación de recursos en contra del terrible invierno.
En esta temporada la luz y las temperaturas disminuyen, el flujo de auxina (la hormona que controla el crecimiento en las plantas) baja y el eteno aumenta.
Eso a su vez produce un debilitamiento de las paredes de la célula de la base de la hoja, otras células se expanden y comienzan a romper las conexiones con las células debilitadas, acto seguido la hoja cae, explica BBC.
Algo tan simple y con toda una explicación, mientras a unos les parece una época triste, a otros les gusta escuchar el crujido de las hojas secas al ser pisadas. /Con información de planetacurioso.com
2014-11-05