El uso de medicamentos es una práctica habitual y necesaria para prevenir, tratar o curar diversas enfermedades y dolencias. Sin embargo, cuando se toman medicamentos sin la prescripción, el control o el seguimiento de un profesional sanitario, se corre el riesgo de sufrir efectos adversos, intoxicaciones o interacciones peligrosas.
El peligro de combinar medicamentos que no sean compatibles entre sí
Estos riesgos se incrementan cuando se combinan medicamentos que no son compatibles entre sí, o cuando se mezclan con otras sustancias, como plantas medicinales, alimentos, bebidas o drogas. Disfruta de los mejores juegos en línea de TonyBet.
En este artículo, vamos a explicar qué son las interacciones medicamentosas, cuáles son las más frecuentes y peligrosas, y cómo se pueden evitar.
¿Qué son las interacciones medicamentosas?
Se dice que existe una interacción medicamentosa cuando un medicamento modifica el efecto de otro, o cuando ambos se influyen mutuamente, al administrarse simultáneamente o de forma sucesiva.
El resultado puede ser un aumento o una disminución de la eficacia o de la toxicidad de uno o ambos medicamentos, o la aparición de un efecto diferente al esperado. Las interacciones medicamentosas pueden ser beneficiosas, cuando se busca potenciar o complementar el efecto de un medicamento, o perjudiciales, cuando se produce una interferencia o una incompatibilidad entre ellos.
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Las interacciones medicamentosas pueden clasificarse en dos tipos: farmacocinéticas y farmacodinámicas. Las interacciones farmacocinéticas ocurren cuando un medicamento altera la absorción, la distribución, el metabolismo o la eliminación de otro, modificando así su concentración en el organismo.
Las interacciones farmacodinámicas ocurren cuando un medicamento modifica el efecto de otro, ya sea potenciándolo, antagonizándolo o generando un efecto aditivo o sinérgico.
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Estas interacciones medicamentosas pueden involucrar a dos o más medicamentos, o a medicamentos y otras sustancias, como plantas medicinales, alimentos, bebidas, drogas o contaminantes ambientales.
Algunos factores que pueden favorecer la aparición de interacciones medicamentosas son: el número de medicamentos que se toman, la edad, el sexo, el peso, el estado de salud, la genética, el embarazo, la lactancia, las enfermedades crónicas, las alergias, la automedicación y el incumplimiento terapéutico.
¿Cuáles son las interacciones medicamentosas más frecuentes y peligrosas?
Existen muchas interacciones medicamentosas posibles, pero algunas son más frecuentes y peligrosas que otras, por lo que conviene conocerlas y evitarlas. A continuación, se presentan algunos ejemplos de interacciones medicamentosas que pueden poner en riesgo la salud o la vida de quien las toma:
·Analgésicos opioides con benzodiacepinas: Los analgésicos opioides son fármacos potentes para aliviar el dolor, como la morfina, la codeína, el tramadol o la oxicodona. Las benzodiacepinas son fármacos usados para tratar la ansiedad y el insomnio, como el diazepam, el alprazolam, el lorazepam o el clonazepam. La combinación de estos dos tipos de medicamentos puede provocar somnolencia extrema, depresión respiratoria, coma y muerte, por lo que la FDA ha emitido una alerta sobre los graves riesgos de esta interacción.
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·Antiinflamatorios no esteroideos con anticoagulantes: Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son fármacos usados para reducir la inflamación, el dolor y la fiebre, como el ibuprofeno, el naproxeno, el diclofenaco o el ácido acetilsalicílico.
Los anticoagulantes son fármacos usados para prevenir o tratar los coágulos sanguíneos, como la warfarina, el acenocumarol, el dabigatrán o el rivaroxabán. La combinación de estos dos tipos de medicamentos puede aumentar el riesgo de sangrado, especialmente en el estómago, el intestino o el cerebro, por lo que se debe vigilar el tiempo de coagulación y ajustar la dosis de los anticoagulantes.
·Estatinas con antifúngicos: Las estatinas son fármacos usados para reducir el colesterol y prevenir las enfermedades cardiovasculares, como la simvastatina, la atorvastatina, la pravastatina o la rosuvastatina.
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Los antifúngicos son fármacos usados para tratar las infecciones por hongos, como el ketoconazol, el itraconazol, el fluconazol o el voriconazol. La combinación de estos dos tipos de medicamentos puede elevar los niveles de las estatinas en la sangre, lo que puede causar daño muscular, renal o hepático, por lo que se debe monitorizar la función de estos órganos y evitar las estatinas que se metabolizan por la misma vía que los antifúngicos.
·Relajantes musculares con ansiolíticos: Los relajantes musculares son fármacos usados para aliviar los espasmos o las contracturas musculares, como el ciclobenzaprina, el metocarbamol, el baclofeno o el tizanidina. Los ansiolíticos son fármacos usados para tratar la ansiedad, el estrés o el nerviosismo, como las benzodiacepinas, los antidepresivos o los antihistamínicos.
La combinación de estos dos tipos de medicamentos puede potenciar el efecto sedante de ambos, lo que puede provocar somnolencia, confusión, mareos, caídas o accidentes, por lo que se debe evitar conducir o realizar actividades que requieran atención.
·Antibióticos con anticonceptivos: Los antibióticos son fármacos usados para tratar las infecciones bacterianas, como la amoxicilina, la ciprofloxacina, la eritromicina o la doxiciclina. Los anticonceptivos son fármacos usados para prevenir el embarazo, como las píldoras, los parches, los anillos o los implantes.
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La combinación de estos dos tipos de medicamentos puede disminuir la eficacia de los anticonceptivos, lo que puede aumentar el riesgo de embarazo no deseado, por lo que se debe usar un método anticonceptivo adicional, como el preservativo, durante el tratamiento con antibióticos y hasta una semana después.
¿Cómo se pueden evitar las interacciones medicamentosas?
Para evitar las interacciones medicamentosas, se deben seguir una serie de recomendaciones, como:
·Consultar siempre con el médico o el farmacéutico antes de tomar cualquier medicamento, ya sea con receta o sin receta, y seguir sus indicaciones sobre la dosis, la duración y el horario del tratamiento.
·Informar al médico o al farmacéutico sobre todos los medicamentos que se están tomando, incluyendo los suplementos, las vitaminas, las plantas medicinales, los productos naturales o los remedios caseros.
·Leer atentamente el prospecto de los medicamentos y prestar atención a las advertencias, las precauciones, las contraindicaciones y las interacciones que puedan tener.
·No cambiar, suspender o prolongar el tratamiento sin consultar con el médico o el farmacéutico, y no tomar más cantidad o más frecuencia de la indicada.
·No compartir los medicamentos con otras personas, ni tomar los medicamentos de otras personas, aunque tengan los mismos síntomas o la misma enfermedad.
·No mezclar los medicamentos con alcohol, tabaco, drogas o sustancias desconocidas, y consultar con el médico o el farmacéutico sobre los posibles efectos de los alimentos o las bebidas sobre los medicamentos.
·Guardar los medicamentos en un lugar seguro, seco, fresco y fuera del alcance de los niños y las mascotas, y revisar periódicamente la fecha de caducidad y el estado de conservación de los mismos.
·Acudir al médico o al servicio de urgencias en caso de sospechar o presentar una interacción medicamentosa, y llevar consigo una lista de los medicamentos que se han tomado.
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