Hay una línea muy fina entre el orgullo por el deber cumplido y la pérdida de uno mismo. Trabajar duro está bien, muchas veces es admirable, pero cuando ese empeño se convierte en una necesidad interna que sacrifica la vida social, la salud y las relaciones, ya no hablamos de compromiso: hablamos de workaholism, la conocida “adicción al trabajo”.
Instituciones de renombre como la American Psychological Association (APA) y la American Psychiatric Association (APA), así como diversas publicaciones académicas, han definido el workaholism como una compulsión para trabajar incansablemente que va más allá de las exigencias económicas o de la empresa.
Investigaciones sobre el workaholism
Los datos recopilados por informes sobre salud laboral muestran que el bienestar psicológico de los trabajadores es una prioridad y que las condiciones laborales influyen directamente en la salud mental y social de las personas.
Las investigaciones recientes y reportes institucionales como el de la APA subrayan que ambientes de trabajo estresantes y la cultura de hiperproductividad aumentan la vulnerabilidad al agotamiento y a conductas compulsivas relacionadas con el trabajo.
La American Psychiatric Association advierte que el burnout y el agotamiento crónico no solo reducen la calidad de vida del profesional sino que deterioran la empatía, la capacidad de respuesta social y el rendimiento clínico/laboral; por eso se recomiendan intervenciones tanto individuales como sistémicas (cambios culturales, liderazgo y organización del trabajo.
A nivel de salud física, revisiones y estudios recientes han encontrado asociaciones entre workaholism y riesgos cardiometabólicos, es decir, el exceso de trabajo puede aumentar factores de riesgo que afectan el corazón y el sistema vascular; la evidencia apunta a mecanismos vinculados al estrés crónico y a comportamientos poco saludables asociados (mal sueño, alimentación irregular, sedentarismo).
También existe un cuerpo amplio de literatura que documenta cómo el workaholism se relaciona con conflicto trabajo-familia, peor bienestar psicológico y problemas físicos a largo plazo. En síntesis, estudiar la adicción al trabajo ha mostrado consistentemente efectos negativos sobre la salud y la vida social.
Señales del workaholism y los daños a tu salud mental
Empezamos por lo visible: señales claras que tú o alguien cercano pueden mostrar.
- Horas infinitas aunque el trabajo ya esté hecho: el calendario es una excusa para no desconectar.
- Incapacidad real para relajarse: las vacaciones o las tardes libres se llenan de revisiones, correos o proyectos “por si acaso”.
- Priorizar trabajo sobre relaciones: amigos, pareja y familia aparecen como elementos secundarios o molestos.
- Identidad ligada al rendimiento: “soy lo que produzco”; el valor personal depende del output.
- Síntomas físicos y emocionales constantes: insomnio, irritabilidad, tensión muscular, y sensación de vacío al no estar trabajando.
Si varias de estas señales te suenan a ti o a alguien cercano, conviene mirar más allá del juicio social y entender lo que la evidencia científica y las instituciones profesionales están indicando sobre el fenómeno.
¿Qué hacer si te reconoces en esto?
1 Detecta y nombra el patrón. Anota cuántas horas trabajas realmente y qué sacrificas por ello (sueño, relaciones, hobbies). El primer paso es la conciencia.
2 Límites visibles y no negociables. Establece ventanas de desconexión: no correos después de X hora, "no llamadas" durante la cena, una tarde libre semanal sin trabajo.
3 Recupera ocio con propósito. No se trata solo de tiempo libre, sino de actividades que te recarguen (deporte, hobbies, encuentros sociales).
4 Habla con alguien de confianza o profesional. Si el impulso es incontrolable o hay síntomas de ansiedad/depresión, busca ayuda psicológica o psiquiátrica. Intervenciones breves y terapia pueden cambiar mucho.
5 Intervención organizacional. Si la cultura de la empresa promueve la adicción al trabajo, plantea soluciones prácticas: redistribución de tareas, prioridades claras, y políticas que fomenten la desconexión.
Recuperar equilibrio no es renunciar al éxito: es reescribir su definición para que incluya bienestar, tiempo y sentido fuera del escritorio.
Foto cortesía de Freepik
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