Adentrarse en las montañas de El Naranjal, estado Miranda, en una ruta de senderismo interpretativo en la que los visitantes entienden su modo de vida, su historia y se conectan con sus habitantes a través de la gastronomía típica y la música tradicional, es parte del propósito de la ruta Senderos de Agua y Memoria, impulsada por la organización El Agua.
El sábado 20 de abril se realizó el primer Sendero de Agua y Memoria en El Naranjal, una comunidad al norte de la Cuenca del Tuy, ubicada en la parroquia Cecilio Acosta, del municipio Guaicaipuro en el estado Miranda.
Es un recorrido de baja intensidad, interpretado por sus propios habitantes quienes alternan los relatos de gestas históricas y leyendas con la diversidad de flora y aves que habitan la montaña. Tras unos 40 minutos de caminata, se llega a la cima del cerro Valencia, donde la vista se pierde en la inmensidad de los Valles del Tuy, parte de los Altos Mirandinos y el cerro El Ávila.
La bienvenida y despedida del sendero se realiza en la casa de Carmen y Juan Olivares, fundadores de esta comunidad, quienes se encargan de preparar los dulces y comidas típicas de la montaña para los visitantes. El cierre de la actividad se da al ritmo del joropo mirandino con artistas locales que muestran el valor de la música venezolana.
Juan Carlos La Rosa Velazco, uno de los fundadores del proyecto educativo El Agua nos une, explicó que con esta iniciativa -que involucra a toda la comunidad- se proponen “construir una economía que les permita vivir en El Naranjal”.
En la comunidad hablan de una economía distinta a la petrolera y se plantean un modo de vida sustentado en la articulación de pequeñas economías familiares unidas a la defensa y respeto del territorio. “Esto puede producir una economía pensando en algo que llamamos turismo comunitario o turismo cultural de la comunidad. Tenemos muchos aliados en Caracas y en la periferia. La idea es que esto sea un circuito que nos permita producir dinero para la comunidad”, puntualizó La Rosa.
El Sendero Agua y Memoria es solo una actividad de las muchas que piensan realizar en El Naranjal, vinculadas a la actividad agrícola, la cultura y las tradiciones de esta zona de montaña.
El agua como un ser vivo
El Naranjal es definido por sus habitantes como una comunidad de agua, cuya tierra guarda manantiales que son fundamentales para la cuenca del Tuy y para todos los afluentes que le dan agua a Caracas.
La profesora e investigadora Ana Martínez, encargada de recoger las experiencias de los mayores que custodian los manantiales, tiene la misión de transmitir esos conocimientos y vivencias a la comunidad y a los que van creciendo. La comunidad tiene una concepción del agua que va más allá de un elemento químico o como derecho de los seres humanos. En El Naranjal defienden el agua como un ser vivo que debe ser protegido por todos.
Martínez explicó que esta forma de relacionarse con el agua y su preservación también se la están inculcando a los niños y a toda la comunidad a través de actividades culturales como las fiestas tradicionales, entre ellas la celebración de la Virgen del Carmen y el Velorio de la Cruz de Mayo en donde los cultores y músicos hablan en sus décimas de las plantas y los manantiales.
En la comunidad también están realizando jornadas de senderismo con niños y visitas a los colegios para enseñarles la visión y el respeto hacia el agua.
Este proyecto forma parte de las acciones coordinadas por Ciudad Común, coalición que involucra a otras organizaciones como El agua nos une, Cota 905 en positivo, Anexo La Casa de Todos, Plano Creativo, Labo Ciudadano, Racing, Ciudad Laboratorio y Plural AC, con el apoyo de Foro Cívico para pensar en la comunidad desde la diversidad, el vínculo y la identidad.
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