EFE
El romanticismo, la emotividad y la ternura invadieron hoy los muros de la Ciudad del Vaticano con la presencia de más de 20.000 prometidos de todo el mundo que acudieron a celebrar San Valentín, la fiesta del amor, junto al papa Francisco.
Como si el santo patrón de este día hubiera intercedido, un sol espléndido recibió a los enamorados que acudieron a la plaza de San Pedro provenientes de 28 países de todo el mundo.
Bajo el lema de "La alegría del SÍ para siempre", las jóvenes parejas vivieron una gran fiesta, tanto religiosa, con los consejos del papa, como musical, con la interpretación de clásicas baladas románticas.
La inolvidable "Love is all around", banda sonora de la película "Cuatro bodas y un funeral", sonaba a todo volumen mientras los enamorados recibían un pequeño cojín blanco para las arras firmado por Francisco, como obsequio especial para su próxima boda.
Parejas jóvenes en su mayoría, pero también algunos matrimonios maduros y consolidados se intercalaban en los asientos de la Plaza, en una celebración en la que, sobre todo, se enalteció el valor de las familias asentadas en la fe cristiana.
Globos y algunos corazones rojos ponían la nota de color frente a la sobriedad del centro neurálgico del catolicismo, que acogió por primera vez un evento de estas características, con el cual la Iglesia intenta devolver el sentido religioso a una fiesta clavada en el imaginario colectivo como pagana y comercial.
El matrimonio fue el eje central de la ceremonia, en la que el papa argentino animó a los presentes a no temer este "paso definitivo", en un discurso en el que recurrió a su habitual sentido del humor provocando en varias ocasiones la carcajada general del público asistente.
Algunos, como los mexicanos Fátima y Efraín, no han necesitado esperar a los consejos del papa para casarse hoy mismo en la Basílica de San Pedro, junto con otras jóvenes parejas que recibieron después la bendición general del papa.
Entre nervios e ilusión, el recién estrenado matrimonio mostró a Efe su entusiasmo por comenzar "una nueva vida juntos y formar una familia", si bien existe un pequeño desacuerdo entre los esposos sobre el número de hijos que desea tener.
"Lo importante es que lo decidiremos juntos, tras nueve años de novios hemos aprendido a ponernos de acuerdo", zanjó Fátima radiante en su vestido bordado de novia ante la orgullosa mirada de su familia.
Otros enamorados, sin embargo, se encontraron la fiesta en el Vaticano por casualidad, como es el caso de los españoles Aida y Adrián, de turismo estos días por Roma.
"Habíamos oído que iba a salir el papa hoy, pero no teníamos ni idea de que fuera una celebración por San Valentín, con cantantes y todo", explicó emocionada Aida.
La pareja, veinteañera, no se plantea aún el matrimonio pero ante la pregunta de si creen en el amor para siempre, Adrián respondió con un rotundo "sí" con el que se ganó la mirada cómplice de su novia.
Entre tanto, Francisco explicaba a los enamorados que "vivir juntos es un arte, un camino paciente, bonito y fascinante" que se sustenta en tres palabras: "permiso, gracias y perdón".
Reconoció que no existe la familia perfecta, como tampoco existe el marido perfecto ni la mujer perfecta.
"Ni hablemos de la suegra perfecta", añadió en su habitual tono jocoso.
El pontífice dio fin a la ceremonia saludando desde el "papamóvil" a los enamorados mientras sonaba la mítica canción de Aretha Franklin "I say a little prayer for you" con sus coros de "forever, forever".
El mensaje del "para siempre" quedó pues claro en el Vaticano, pero sólo el tiempo dirá cuantas de las parejas allí presentes lograrán ganar esa batalla diaria.