Caer en fase de grupos por segundo año consecutivo, es un drama para el Barcelona.
Más allá del aspecto deportivo y la pérdida de prestigio que significa caer en la primera ronda de la Champions para un equipo de su envergadura, hay factores que engrandecen su fracaso.
El contexto siempre es importante a la hora de analizar cualquier hecho. Es esencial tomar en cuenta lo qué rodea a una institución, un club o un grupo.
Eso, dentro del universo Barcelona, es aún más preocupante por la situación económica que atraviesa la entidad catalana desde hace años.
Su presidente,Joan Laporta, junto con la junta directiva comprometieron parte del patrimonio azulgrana a cambio de recibir beneficios económicos para apuntalar la plantilla deportiva.
La venta de las tiendas físicas, la cesión de los derechos de televisión y de imagen supusieron una liquidez inmediata que le permitió al Barça afrontar el mercado de fichajes con plenas garantías.
Un mercado de fichajes gracias a las "palancas"
Solo de esa manera llegaron jugadores como Robert Lewandowski, Jules Koundé, Marcos Alonso, Héctor Bellerín o Raphinha, y se contrataron como agentes libres a Kessié y Christensen.
El objetivo de la plana mayor culé era claro: había que fichar para fortalecerse y aspirar así a títulos grandes como la Champions o la Liga para salir a flote.
El Barcelona necesitaba esta fórmula financiera para poder competir. Mientras su eterno rival, el Real Madrid, gana Champions y cuenta con unas arcas saneadas, más no opulenta, la realidad blaugrana es opuesta. Por prestigio y por "ego" no podían quedarse atrás.
Esto que ocurre con la inminente eliminación en fase de grupos de la actual edición de la Champions 2022-2023, hace que el Barça tenga un problema. No clasificar a octavos de final le supone a la institución no cumplir con lo trazado en la planificación del presente curso porque esperaban al menos llegar a cuartos de final e ingresar poco más de 20 millones de euros.
Para hacerse una idea: la mayor cantidad que se gana en la Europa League como campeón es de 25 millones de euros (eso obtuvo el Eintracht de Frankfurt), algo que solo por llegar a semifinales de Champions superas, y si eres campeón, triplicas. No es un asunto baladí en la realidad económica del Barcelona.
No cumplir con lo previsto supone más deuda, tener que deshacerse de contratos que aumentan la masa salarial y provocan que su límite aumente gradualmente.
Todo es un efecto dominó que hace que Laporta y los suyos se echen las manos a la cabeza.
Es el primer fracaso del proyecto que la gerencia catalana armó y que los obligará a reinventarse para poder subsistir y no dirigirse irremediablemente hacia la sociedad anónima deportiva.
Lo deportivo influye: el Barcelona no logra salir de los lastres
Luego aparece lo deportivo. Es tan alarmante el tema de los salarios que tiene el club que los capitanes: Sergio Busquets, Gerard Piqué, Jordi Alba y Sergi Roberto, están lastrándolo.
El primero y el segundo tuvieron que diferir parte de eso que les correspondía cobrar y, Piqué incluso se lo rebajó, pero no han accedido a más muestras de apoyo que alivie un poco la delicada situación.
Joan Laporta incluso los señaló en la última asamblea con los socios compromisarios y alegó que han intentado hablar con ellos para que rebajaran su salario pero "no lo hicieron".
En definitiva, ahora el tema es más grave de eso que en un principio parecía, y no se cree que con más "palancas" se solucione.
Es un momento en el cual la bomba de relojería está por estallar por no saber en el pasado decirle adiós a esos referentes.
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