AFP
A pesar de su experiencia en la lucha antiterrorista, España no pudo escapar de dos sangrientos atentados cometidos en una de sus regiones más turísticas, pero también de las mas expuestas, según los expertos: Cataluña.
Curtida por 50 años de lucha contra la banda ETA, que causó más de 800 muertes antes de abandonar la violencia en 2011, España reorganizó sus servicios de seguridad tras el peor atentado islamista cometido en Europa.
El 11 de marzo de 2004, varias bombas estallaron en trenes de cercanías de Madrid, dejando 191 víctimas mortales.
Entonces amplió sus efectivos policiales y de inteligencia, reclutó a traductores, aceleró la digitalización y reforzó la cooperación con Marruecos y Francia, explica el experto Mikel Buesa, profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
España aplica una política de detención "preventiva" sistemática de los sospechosos, señala.
Y en 2015 se creó el delito de "autoadoctrinamiento" en internet con el objetivo de cometer atentados, lo que permitió perseguir a los terroristas en el terreno antes incluso de que contemplen pasar a la acción.
Medidas consideradas a veces por los abogados poco respetuosas con los derechos humanos.
Asi las cosas, este país con 5.000 kilómetros de costa y tasas récord de días soleados esquivó los atentados por ocho años y se aprovechó de la importante afluencia de turistas huidos de otros destinos inestables como Túnez o Egipto.
La amenaza pareció aumentar cuando en 2016 las webs islamistas fijaban como objetivo "Al Andalus", el nombre de los territorios españoles bajo dominación musulmana hasta 1492.
Y los expertos se inquietaban sobre la concentración de yihadistas en Cataluña, donde los musulmanes son más numerosos.