Redacción Armando Altuve/[email protected]
Bajo un contexto económico complejo, el Banco Central de Venezuela (BCV) arriba hoy, 8 de septiembre, a sus 76 años de fundado. Desde su creación, en el año 1939, el ente emisor ha pasado por varias etapas que van desde consolidarse como la institución encargada de emitir y distribuir dinero, hasta convertirse en el ente articulador de las políticas macroeconómicas del país. Las opiniones sobre el desempeño de la institución durante los últimos años son variopintas.
El economista Luis Oliveros considera que aquella institución que se le otorgó autonomía y se le estableció como objetivo garantizar la estabilidad de la economía nacional y la preservación del valor de la moneda, se ha ensombrecido especialmente porque, a su juicio, el ente emisor se ha convertido “en la oficina financiera del Gobierno”. “Mañana se celebra un año del BCV y da tristeza en lo que se convirtió”, lamenta.
Oliveros asoma que el BCV quebrantó su independencia al financiar el déficit fiscal del Estado. “Pdvsa (Petróleos de Venezuela) tiene una deuda importante con el BCV que ronda el trillón de bolívares y la única garantía de pago que da la estatal es un pagaré”, explica el especialista.
En esta línea, José Guerra, economista y ex gerente de Investigaciones Económicas del BCV, recuerda que cuando la institución dirige fondos para el financiamiento de déficit fiscales viola el artículo 314 de la Constitución Nacional y el propio reglamento que rige a la entidad. “El BCV paga la nómina de Pdvsa y eso no es legal”, remata el también candidato a diputado por el Circuito 4 del Distrito Capital, por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Cifras ocultas. Tanto Guerra como Oliveros cuestionan que el BCV aún no haya publicado cifras de indicadores económicos como inflación, escasez, balanza de pago ni producto interno bruto (PIB). Todo ello en detrimento de la Ley del Banco Central de Venezuela. Para los especialistas, la ausencia de cifras solo pone sobre relieve la gravedad de la situación económica del país. Pero además desdibuja la credibilidad que caracterizaba al ente emisor.
Al ser consultados sobre la razón por la que el BCV ha adoptado esta política de ocultamiento, los economistas coinciden en que para el Ejecutivo Nacional no es una opción viable mostrar con cifras la crisis económica por la que atraviesa el país.
“El BCV no quiere publicar las cifras económicas porque la institución se ha convertido en cómplice del Gobierno y no quiere evidenciar la magnitud de la crisis”, señala Guerra.
Oliveros agrega que para el Gobierno la divulgación de indicadores y cifras le podría acarrear un costo político de cara a las próximas elecciones parlamentarias a celebrase el 6 de diciembre.
“El Gobierno actualmente goza de una popularidad muy baja, por lo que la publicación de las cifras del BCV sería un riesgo político. Lo malo es que ese riesgo nos ha llevado a trabajar a oscuras y hace que hoy solo manejemos una proyección del índice inflacionario que incluso puede generar más inflación”, asegura Oliveros que al tiempo estima que 2015 podría cerrar con una inflación de 200% y una caída del PIB cercana al 10%.
Poca seriedad. Oliveros también cuestiona que el ente carezca de “seriedad” al informar sobre la realidad económica del país, por lo que rememora el informe presentado por la institución en noviembre de 2014 en el que atribuye el incremento de la inflación a las protestas antigubernamentales ocurridas en el país ese año.
“Todo ello indica que el directorio y las personas que manejan la información en el BCV no son técnicos ni tienen nociones sobre economía. Solo están politizados”, asegura.
Por su parte, la economista Judith Valencia manifiesta estar de acuerdo con la última reformulación de la legislación del BCV que propuso el fallecido presidente Hugo Chávez. “El BCV debe articularse directamente al ejercicio del Gobierno del Estado y no estar vinculado directamente a las Reservas Federales de los Estados Unidos, como anteriormente. Independientemente de los vaivenes del Banco Central, una cosa es la articulación al Estado y otra a la política monetaria dictada por el gobierno norteamericano”, aseguró la economista.
Billetes como arroz. Oliveros asegura que una de las fallas evidentes del ente ha sido el no emitir billetes de mayor denominación en vista de la acelerada inflación. “Esa situación también indica que el Banco Central de Venezuela sigue sin cumplir sus funciones”, enfatiza el especialista.
“Lo que el Gobierno busca es no asumir que la política de reconversión monetaria propuesta en el año 2008, a pesar de la gran publicidad que supuso la medida, resultó ser un rotundo fracaso”, apunta Oliveros.
Considera que si el Estado no siguiera imprimiendo billetes desenfrenadamente para financiar el déficit fiscal, no se tendría que contar hoy con nuevos billetes.
Guerra asoma que actualmente se estudia la posibilidad de emitir billetes de 200 y 500 bolívares. “Pero no la han querido sacar para no hacer evidente el problema de la inflación”, asegura Guerra, quien apunta que el billete de 100 bolívares ha perdido 90% de su valor.
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2015-09-08