Ivonne Ayala Perdomo
Hoy es domingo de Ramos. Los creyentes reciben en las iglesias de todo el territorio nacional las palmas benditas, símbolo que marca la triunfante entrada de Jesús a Jerusalén, pero en Venezuela y otras naciones del planeta este día es también el inicio del asueto de Semana Santa, fechas en que a quienes viven del turismo les llega la época de cosechar lo que han sembrado.
Para José Yapur, expresidente del Consejo Nacional del Turismo (Conseturismo) por los graves problemas que aquejan al sector este período no pasará de ser “un fin de semana largo”.
Son por todos conocidos los retos que enfrenta el área en el país por las múltiples fallas en los servicios ¿Qué esperan los operadores turísticos de esta temporada?
Esperamos poco desplazamiento de los turistas nacionales por el territorio. Creemos que se producirán movilizaciones cortas y escasas porque como temporada vacacional esta Semana Mayor no existe.
¿De qué manera estiman que se focalizarán estas movilizaciones de las que habla?
Las condiciones de transporte y conectividad interna no están dadas para que los viajeros nacionales hayan planificado trasladarse desde Caracas a Mérida para pasear, por ejemplo. Lo más probable es que para quienes habitan en Caracas y Miranda, en Guatire o Guarenas, las opciones sean bajar a Vargas, a las playas de La Guaira o dirigirse a Higuerote o Río Chico. Las personas que viven en Valencia irán a Puerto Cabello. Los desplazamientos serán por un día, sin estadías de dos o tres días porque las condiciones económicas personales y las del país no lo permiten.
¿Han sido entonces importantes los cambios en el comportamiento de los venezolanos?
Sin duda. El colapso de los servicios ha sido evidente y la manera de actuar de los viajeros también. Los principales destinos turísticos como la isla de Margarita, la península de Paraguaná en Falcón, Morrocoy, Mérida, la Gran Sabana y Canaima recibirán en este asueto si acaso la mitad de los turistas que se registraron en la misma fecha el año pasado. Estamos hablando de personas de un poder adquisitivo importante, que es alrededor de un tercio de la población. Los demás ciudadanos, los que viven solo de sus quincenas simplifican su planificación para este descanso o se quedan en casa o se trasladan cerca. Ya no son los mismos los destinos turísticos predilectos y no es porque carezcan del encanto que los caracteriza sino que es mucho más difícil desplazarse o financiar ese traslado con todo lo que ello implica.
La expectativa es que la caída de ingresos en el sector este año resulte en un desplome de al menos 85% respecto a 2018 ¿Cuál es la información que tiene usted a ese respecto?
Los números son muy, muy bajos hasta ahora. Podríamos decir que hablamos de una contracción del sector que supera 65% en los últimos cinco años. Es decir una capacidad operativa de un poco menos de 35%. Se habla ahora de un porcentaje de reservación hotelera que alcanzará entre 20 y 25 por ciento, respecto a febrero de este año, otros se inclinan por caídas de hasta 11% en ocupación en hoteles de regiones castigadas como el Zulia. Lo cierto es que debemos esperar a que pase la temporada para sacar cuentas y actualizar los registros. Si bien la falla de los servicios contribuyó a que la situación empeore, no se puede olvidar que el sector ya venía retrocediendo. El turismo nacional tuvo capacidad de aguante hasta antes del año 2016. A finales del mes de marzo de 2017 la crisis atacó con la misma fortaleza, pero empeoró respecto al período anterior. El promedio de la reserva hotelera hace cuatro años se situaba en alrededor de 55%, pero en 2017 la media fue aproximadamente 21%. La situación fue igual de difícil para otras áreas de servicio, en el sector de las posadas la ocupación fue de 14%, el transporte turístico cayó 30% y en los parques temáticos se registró una disminución de 60%.
Antes de que comenzará a pronunciarse la afectación del área, ¿cuáles eran las estadísticas que se manejaban?
Previo al año 2015, miércoles, jueves y viernes santo registrábamos una ocupación que superaba 90%. En todas las áreas del sector se contaban ventas por encima de 100% mucho antes de que llegara la temporada. Actualmente hay una disminución en la oferta, pero tampoco mejoran los índices de ocupación. En Margarita han cerrado cinco establecimientos importantes: Puerto Fino que ofrecía 500 habitaciones, Flamenco 180; Laguna Mar que ofertaba 400 cuartos tampoco está funcionando. Puerta del Sol con 280, también cerró sus puertas. El antiguo Hotel Dunes con 400 habitaciones y Sunsol Ecoland con 150 cuartos tampoco están operativos. Esperan tiempos mejores.
¿Son nulas entonces las expectativas este año?
Hay que recordar que desde el año 2009 el turismo al interior del país era practicado fundamentalmente por los venezolanos. Aún son los coterráneos los que están consumiendo los productos turísticos que ofrecemos, pero la clase media ya no se desplaza porque para cualquier familia de padre, madre e hijo que quiera ir a Morrocoy, fácilmente debe sacar del bolsillo 2 millones de bolívares para un viaje de tres días con estadía en un hotel 3 ó 4 estrellas, las tres comidas y traslados a los cayos. Esto considerando que esos turistas no deben abordar un avión. En la mente de la gente ya el tema de la seguridad no es el prioritario para elegir viajar o no, ahora este pesa tanto como el de las deficiencias de los servicios públicos, por eso es que ese segmento que tiene poder adquisitivo, ya no ve Venezuela como opción.
¿Qué tipo de aprendizaje ha dejado para empresarios y emprendedores este reto de insistir operando en el sector en condiciones tan difíciles?
Ha mejorado la calidad del servicio que se está ofreciendo al cliente. Definitivamente. Se está cuidando mucho más lo que se oferta al turista, se le apoya y se le cuida porque se debe garantizar que ese viajero vuelva con el proveedor y se hospede en los hoteles o posadas que los reciben. En Margarita los taxistas están protegiendo a los turistas. El personal de los hoteles todo incluido no pone reparos en servir alimentos a los hospedados en sus habitaciones si así estos lo requieren. A pesar de que son muchos menos los hoteles que hay en Margarita, te aseguro que los que quedan aportan mucho mejor servicio e infraestructura que hace cinco años.
A pesar de la situación que se ha descrito, ¿siguen apostando al futuro del turismo en el país?
Claro que sí, a pesar de los porcentajes y las pocas expectativas que ahora tenemos, de la poca intención de reservaciones debemos esperar porque antes nos hemos llevado sorpresas. Hay años en los que a última hora los turistas deciden viajar. Los operadores del sector han madurado y crecido mucho, al ser menos la competencia es más fuerte y como dije, se ha optado por cuidar más la calidad y el bienestar de los clientes. Los empresarios están preparados para enfrentar las contingencias, antes una falla de luz o de agua nos tomaba por sorpresa, ya no. Ahora los hoteles cuentan con plantas eléctricas, grandes tanques para que el suministro del agua no falle y han repotenciado sus depósitos de alimentos y refrigeración. Quienes laboran en el sector están dispuestos a seguir adelante y captar la preferencia de los visitantes que lleguen a sus instalaciones. Hay una capacidad completa del empresariado venezolano para atender a sus clientes. Algunos podrían observar un aumento en el porcentaje de reservas a 40 o 50 por ciento, pero sabemos que este no será por los momentos de 100%. La estrategia es ganar espacios, mejorar la relación precio-calidad; que el turista se vaya contento, desee regresar y divulgue las bondades del sitio y la atención del personal que lo recibió. En Nueva Esparta ha cambiado la percepción que se tenía de los visitantes, ahora se sabe que ser atento y cordial garantizará buenas propinas, recomendaciones y el reconocimiento de empleadores, compañeros de trabajo y de la clientela. Debemos abrirnos a crecer aún más en estos momentos de crisis. Así somos quienes trabajamos en el ámbito del turismo en todo el país. Es un sector que se recuperará.
2019-04-14
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