Los delincuentes utilizan diversas tácticas para engañar con niños y adultos mayores, usándolos como carnada. Estos forman parte de sus bandas criminales.
Uno de los delitos más comunes en los que los delincuentes utilizan trampas es el tráfico de drogas, en el que pueden utilizarlos como transportadores de drogas o dinero.
El criminólogo John Vásquez señala que para estos casos usan jóvenes que pertenecen a su grupo delictivo.
“A veces es una iniciación, como un tipo de prueba para ver cómo actúan”, explicó.
Señala que como son niños, las autoridades no suelen sospechar de ellos y pueden transportar cualquier tipo de mercancía.
En otros casos, participan como carnada para fraudes, puesto que los criminales pueden hacerse pasar por representantes de empresas o instituciones gubernamentales.
Es así como usan adultos mayores para hacer más creíble su mentira.
Según el consultado, los grupos delictivos también utilizan abuelos como señuelos para distraer a las víctimas mientras cometen robos.
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Son carnada para robar
Uno de los modus operandi más conocidos es el “estoy perdido”. Vásquez señala que hay niños trabajando en cooperación con bandas para robar, simulando estar perdidos.
“Se acercan a la víctima y le dicen que, si puede ayudarlo a buscar a sus padres, cuando están en un lugar solo lo despojan de sus pertenencias” detalló.
Esta táctica también es usada por ancianos, pero suelen cambiarlo preguntando a la víctima si conoce cierta dirección y si lo puede acercar.
Este tipo de situaciones causa desconfianza en la ciudadanía, quienes ahora prefieren “ni ver para los dos lados”.
Muchas de estas personas lo hacen por voluntad propia, al ser parte de bandas criminales, pero hay quienes también son usados como carnada por bajo amenaza.
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En un reportaje anterior de 2001, se conoció que muchos jóvenes entraban a grupos delictivos por tener a los delincuentes como modelos a seguir.
Esto ligado a los lujos que se dan por estar en la vida criminal.
Por su parte, el sociólogo Andrés Piñango resalta que esto causa desinterés en el venezolano, quien ahora no confía en ayudar extraños.
“Ya nadie quiere ayudar a nadie, porque los riesgos de que sean una trampa son muy altos”, destaca.
De acuerdo a los consultados, este tipo de delitos se da en plazas y callejones, porque los responsables ya conocen las vías de escape.
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