La tipografía oficial de EEUU en controversia: el “error” de fuente que obliga a un cambio inmediato
En Estados Unidos (EEUU) la política impacta en todos los aspectos, ni la tipografía con las que se escriben sus documentos oficiales se salva, si no lo crees descubre la nueva orden dada por la actual administración de Donald Trump.
Resulta que, a principios de enero de 2023, el entonces secretario de estado de EEUU, Antony Blinken cambió la fuente oficial a Calibri, una fuente sans-serif moderna.
Esto, con el argumento de que era una fuente más accesible para personas con discapacidades porque no tenía las características angulares decorativas y era la predeterminada en los productos de Microsoft.
Ahora, el actual secretario de Estado, Marco Rubio, ordenó a los diplomáticos que vuelvan a utilizar la anterior fuente, Times New Roman, en las comunicaciones oficiales.
¿Por qué es necesario un cambio de fuente?: Entienda la polémica
Incluso este asunto “menor” se ha convertido en un tema controversial, Rubio tachó el cambio de la fuente como una iniciativa de diversidad “irresponsable”.
Esto, aunque es cierto que algunos estudios sugieren que las fuentes sans-serif, como Calibri, son más fáciles de leer para personas con ciertas discapacidades visuales.
En este sentido, Rubio argumentó que la tipografía determina el profesionalismo de un documento oficial y que Calibri es informal en comparación con los tipos de letra serif.
Se explica textualmente en un comunicado que fue enviado a todas las representaciones diplomáticas de EEUU
Así mismo, se indica que la estandarización de formato se alinea con la directiva del Presidente de “Una Voz” para las Relaciones Exteriores de EEUU, especialmente al destacar la responsabilidad del Departamento de presentar una voz unificada y profesional en todas sus comunicaciones.
Lo cierto es que, mientras que Calibri es mejor en pantalla, muchos siguen prefiriendo las fuentes con serifa para la lectura de documentos impresos largos, ya que las serifas supuestamente ayudan al ojo a guiar la lectura.
Sin embargo, está claro que la decisión de cambiar una fuente no es solo estética, sino que se convierte en una declaración política o de gestión