Erick S. González Caldea
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Las condiciones en que está la Casa del Obrero, ubicada en Propatria, es el resultado de años de descuido y falta apoyo de la Alcaldía de Libertador. Es una zona prácticamente desprotegida.
Alta maleza, rejas oxidadas y ventanas rotas son algunos de los aspectos que destacan en la fachada del lugar. Vecinos del sector señalaron que el descuido y la delincuencia han acabado poco a poco con el brillo de la estructura.
El edificio fue diseñado por el arquitecto Carlos Guinand Sandoz, e inaugurado por el presidente Isaías Medina Angarita el 24 de julio de 1941. Tras el paso del tiempo, la casa, que fue concebida como un centro de recreación y educación, con el pasar de los años decayó a un punto que fue abandonada totalmente.
Para 2003, el alcalde del municipio Libertador en aquel entonces, Freddy Bernal, reinauguró el espacio e incorporó un Infocentro, un Centro de Atención Integral, Barrio Adentro I, y habilitó una zona para la venta de tickets estudiantiles, el cual dejó de funcionar hace dos años.
Poca iniciativa
Durante 5 años, diferentes familias damnificadas vivían en los espacios de la Casa del Obrero, debido a las lluvias de 2010, cuando perdieron sus hogares. El año pasado, la comunidad fue trasladada hacia los conjuntos de la Misión Vivienda ubicados en la avenida Libertador, pero los estragos causados por aquellos habitantes marcaron por completo la fachada del lugar.
“Hemos enviado un sinfín de cartas al gobierno municipal para que al menos se aboque a reconstruir la fachada del edificio”, señaló uno de los encargados de lugar, quien por razones políticas no dio su nombre.
Explicó que los espacios fueron dejados en pésimas condiciones. Sin embargo, son usados por la comunidad para dictar talleres de danza para adultos mayores y otros tipos de cursos. Además, los consejos comunales de la parroquia Sucre se reúnen en el lugar para hacer los planes vacacionales comunitarios.
Agregó que los espacios también son usados para hacer ventas de Mercal y los Clap.
Inseguridad
Robos de bombillos y de las redes de la cacha deportiva son comunes en los espacios de la Casa del Obrero, debido a la falta de sistema de seguridad.
“Las rejas están oxidadas, el alambrado no sirve y hay muchos intrusos en las noches”, señaló Manuel Matamoros, vecino del sector, quien explicó que este “fenómeno” se vive día a día en toda la calle principal adyacente la zona.
Habitantes y autoridades de los consejos comunales pidieron al gobierno de Jorge Rodríguez a que solvente la situación y le dé una mano para recuperar los espacios.
Fotos de Jacob Atircopy