Al sur de Croacia está la pequeña isla Baljenac (o Bavljenac), forma parte del archipiélago de Šibenik y si es vista desde el aire se llega a parecer mucho a una huella dactilar.
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Similitud que tiene, debido a que isla presenta hasta 23 kilómetros de muros que ocupan su terreno de una forma muy particular, razón por la que también se le conoce como la isla de los muros de piedra.
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La historia cuenta que durante los siglos XVI y XVII, en pleno proceso de conquista otomana, Baljenac sirvió de refugio a los cristianos, quienes con mucha dedicación y paciencia (amontonando y encajando las piedras unas sobre otras, en una construcción sin mortero), levantaron un entramado de muros que no tenía otro objetivo que servir de escudo o protección ante las incursiones otomanas.
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El dibujo final del entramado de muros quedaría acabado en el siglo XIX pero, en este caso, debido a un motivo menos beligerante: la agricultura.
Con información de Muy Interesante
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