McGregory Ramos, de ocho años, vestido con su uniforme escolar, camisa blanca, pantalón y zapatos oscuros, junto a su morral, emprendió un viaje cargado de sueños e imaginación que sin pensarlo lo llevaría a convertirse en un caso bastante particular tanto nacional como internacionalmente.
Sus sueños hicieron que su nombre fuese titular en periódicos de todo el mundo, y es que, con su astucia y serenidad por querer cumplir una meta, lograron hacer que, incluso casi tres décadas después de aquello, fuese recordado.
En una mañana, Ramos en su camino al colegio, recordó las caravanas estadounidenses, donde el protagonista principal, Mickey Mouse, llamaba la atención del público. Por ello, pidió a un chófer en Caracas que lo llevara al aeropuerto internacional de Maiquetía, y es que, él sabía cómo llegar gracias a una vecina, que anteriormente lo había llevado, ya que la misma trabajaba en aquel lugar.
Con notable astucia, McGregory logró evadir la seguridad del aeropuerto Simón Bolívar, siguiendo sus instintos de conocer el castillo mágico de Disneyland, tomó el primer avión disponible, pero para su sorpresa, este no lo llevaría a Disneyland sino a Ámsterdam.
Durante el vuelo, se escondió en el baño al momento que revisaban los boletos, y luego ocupó una butaca, interactuando con otros pasajeros mientras las azafatas no percibían que viajaba solo, recibiendo comida y atención sin generar alarma, así lo relató en su más reciente entrevista con Luis Olavarrieta a través de Youtube.
Al llegar a Ámsterdam, el joven recorrió el aeropuerto y se entretuvo jugando, perdiendo la noción del tiempo hasta que cayó la noche. En su inocencia, intentó regresar a Venezuela tomando otro vuelo, lo que lo llevó a Hungría. Fue en este tramo cuando las azafatas se dieron cuenta de que viajaba sin compañía y alertaron a la seguridad, quienes pudieron ubicar su escuela y contactar a su familia gracias a los datos que llevaba consigo.
Al regresar a Venezuela, McGregory relata que fue tratado como un delincuente pese a su corta edad. Le cubrieron el rostro y la cabeza, confiscaron los regalos recibidos y lo interrogaron con falsas acusaciones.
"Yo lo único que quería era conocer nuevos lugares, y después regresar, no era pasar las fronteras sin importarme que estoy infringiendo la ley… No sabía lo que estaba haciendo, yo no sabía que eso era ilegal, si hubiera tenido un poquito de consciencia que eso era ilegal no lo hubiese hecho."
El entonces niño fue recluido en el Inam (Instituto Nacional del Menor) de Quinta Crespo sin recibir explicaciones claras, enfrentando un castigo desproporcionado por una travesura que nació de su curiosidad y deseo de aventura.
"Yo no pude ver a mi mamá, no pude ver a mi familia, lo que hicieron fue arrebatarme de mi familia, y meterme preso sin acusación de nada, sin tener un por qué..."
Durante su estadía en el instituto, McGregory encontró en la música un refugio. Aprendió a tocar varios instrumentos, desarrollando habilidades que le permitieron canalizar sus emociones y superar la experiencia traumática. El joven cuenta que la música se convirtió en una herramienta de crecimiento personal que le ayudó a mantener la mente ocupada y a fortalecer su resiliencia.
“Lo más difícil fue cuando prometían cosas que nunca daban, por lo menos una beca para estudiar… En la época nadie se preocupó.”
¿Qué pasó con McGregory Ramos actualmente?
Hoy, McGregory Ramos vive en Brasil desde hace 11 años y ha formado su propia familia. A pesar de las dificultades y las falsas promesas que recibió durante su infancia, (donde le ofrecían llevarlo a conocer Disney para que diera sus declaraciones, cosa que nunca pasó), el joven mantiene el deseo de regresar a Venezuela para reencontrarse con su madre.
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