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Manila, la víctima olvidada de la Segunda Guerra Mundial

Viernes, 25 de octubre de 2013 a las 07:30 pm
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Pocos son conscientes de que la capital de Filipinas fue escena de algunas de las más cruentas batallas de la Segunda Guerra Mundial, y una imponente muestra de ello es el Cementerio Americano de Manila, la gran necrópolis que Estados Unidos le dedica a los soldados caídos en el Pacifico.

Más de 17.200 militares que lucharon para las Fuerzas Armadas estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial están enterrados en este recinto, una verde explanada de unas 62 hectáreas sembrada de cruces de mármol blanco.

El cementerio, situado en el distrito capitalino de Fort Bonifacio, cuenta con un edificio circular en cuyas paredes están grabados los nombres de otros 36.236 soldados desaparecidos en combate en las batallas que se libraron en la zona suroeste del Pacífico.

A su alrededor se disponen las más de 17.200 tumbas, distribuidas con precisión milimétrica para formar circunferencias perfectas en un césped inmaculado al que dedican toda su atención más de 30 jardineros.

Los ciudadanos de Manila están "comenzando sólo ahora a darse cuenta de lo que significa Intramuros para la historia de Filipinas"

"Recibimos unos 600 visitantes al día, de los cuales muchos son americanos, y algunos son familiares de soldados que fueron enterrados aquí", explica orgullosa la guía del Cementerio Americano, Hernie Lelix, que lleva más de dos décadas trabajando en el monumento.

Sin embargo, los más de 17.200 soldados enterrados en el lugar son sólo el 39 por ciento de militares cuyos cuerpos pudieron ser recuperados, puesto que el otro 61 por ciento fue repatriado a petición de los familiares.

El Cementerio Americano es uno de los pocos lugares en Manila que recuerda el horror y la destrucción que vivió la capital de Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial, que estalló en el país horas después del famoso ataque sobre la base estadounidense de Pearl Harbour por parte de los japoneses, el 7 de diciembre de 1941.

Filipinas, que por aquel entonces aún era territorio de Estados Unidos, fue ocupada por los japoneses y mantenida hasta 1945, con el brutal bombardeo de Manila.

Más de 100.000 civiles murieron en la batalla conocida como la Liberación de Manila en una combinación del bombardeo estadounidense y las acciones desesperadas de los soldados japoneses, que habían recibido órdenes de matar el mayor número de filipinos posible.

Manila quedó arrasada, seis de las siete catedrales de la zona histórica destruidas, y se convirtió así en la segunda ciudad aliada que mayor destrucción sufrió en la Segunda Guerra Mundial, sólo por detrás de Varsovia.

Una historia que, según el actor y activista cultural filipino Carlos Celdrán, a día de hoy sigue afectando a los ciudadanos del país.

"Aunque se supone que ganamos la guerra, perdimos nuestra historia, nuestra identidad y, básicamente, nuestro pasado" apunta Celdrán, que dedica parte de su tiempo a intentar reavivar la memoria de los filipinos con tours por Intramuros, la zona más histórica de Manila.

"Después de la guerra, y como la ciudad estaba tan destruida, llena de cadáveres y enfermedades, los americanos básicamente arrasaron con excavadoras todo Intramuros y lo echaron al río Pasig", explica Celdrán.

"Así que después de 1945 y hasta la década de los 80, -añade el activista- Intramuros se convirtió en un aparcamiento básicamente, uno de esos lugares donde la gente viene simplemente a tirar desperdicios, incluso cadáveres".

Según Celdrán, los ciudadanos de Manila están "comenzando sólo ahora a darse cuenta de lo que significa Intramuros para la historia de Filipinas".

Además, la participación de Filipinas en la Segunda Guerra Mundial a consecuencia de ser una colonia estadounidense "crea un crisis de identidad para los filipinos".

"Sabemos que la cultura estadounidense es lo que queremos ser, -explica Celdrán- pero también somos conscientes de lo perjudicial que ha sido para nosotros estar bajo esa fuerza colonial".

"Les queremos, pero a la misma vez les odiamos". EFE

2013-10-26