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Decenas de ex jugadores que participan en una demanda colectiva contra la NFL dicen que los equipos seguían distribuyendo poderosos analgésicos y otros fármacos con pocas —si es que alguna— salvaguardias incluso en una fecha tan reciente como 2012.
Eso amplía a cuatro años el margen de tiempo para reclamaciones similares efectuadas en la queja original y podría abrir la puerta para que se efectúe una investigación penal.
"En los vuelos de regreso a casa, la rutina era la misma en todas partes", dijo Brett Romberg, que se desempeñó como centro en Jacksonville (2003-05), San Luis (2006-08) y Atlanta (2009 y 2011). "Los preparadores físicos recorrían el pasillo y uno levantaba la mano con ciertos dedos alzados para indicar cuántas píldoras quería. No había discusiones ni preguntas. Uno sólo tomaba lo que te daban y, créame, tomaba cualquier cosa con tal de mitigar el dolor".
En momentos en que el Departamento Estadounidense Antidrogas comienza a examinar las acusaciones contenidas en la demanda —la cual fue interpuesta en mayo y abarca los años 1968-2008— las nuevas acusaciones podrían ampliar dramáticamente el alcance de la investigación, dijeron expertos legales. Cualquier violación de las leyes federales sobre drogas después de 2009 no estaría sujeta a una prescripción de cinco años.
"Entonces ya no sólo se trata de dinero. Podría ser sobre conducta delictiva, y ésa es una cancha totalmente distinta", dijo Steven Feldman, ex vicefiscal del distrito sureño de Nueva York.
"Y todo lo que se requiere es un acto (delictivo) en los últimos cinco años para voltear hacia el pasado y decir: ‘el mismo grupo de doctores y preparadores físicos estaba allí y’ … si tienes a suficientes de ellos haciendo lo mismo en diferentes vestuarios, bueno, es difícil defenderlo como un caso aislado", agregó.
La NFL no está al tanto de "ningún citatorio o investigación de la DEA en torno a prácticas de los clubes", escribió su portavoz Greg Aiello el viernes en un correo electrónico. "Desde 1973 ha habido un sistema en toda la liga para reportar (con el fin de rastrear las sustancias controladas y que requieren receta médica emitidas por los médicos de los equipos) y cumplir así con los requisitos que piden la DEA y las leyes estatales".
La DEA rechazó hacer comentarios al respecto, basándose en la política de la agencia de no declarar sobre investigaciones potenciales. Pero fuentes policiales, las cuales pidieron guardar el anonimato porque carecen de autorización para hablar públicamente, confirmaron que la agencia examina las acusaciones en el texto judicial.
La demanda en nombre de 500 ex jugadores fue presentada en la Corte Federal de Distrito en el norte de California, y fue enmendada dos semanas después para incluir a 250 más. Entre los nueve demandantes nombrados están Marcellus Wiley, que en la actualidad funge como analista de la cadena ESPN; Jim McMahon, quarterback de los Bears de Chicago, y el lineman defensivo Richard Dent, miembro del Salón de la Fama.
Afirma que la NFL y sus equipos, médicos y preparadores físicos actuaron sin consideración por la salud de los jugadores, reteniendo información sobre lesiones al tiempo que en forma rutinaria —y con frecuencia ilegal— les proporcionaban analgésicos que requieren receta médica tales como Vicodin y Percocet, y anti inflamatorios como Toradol para encubrir el dolor y minimizar el tiempo fuera de la cancha.
Los ex jugadores en la demanda por los analgésicos han reportado una serie de efectos debilitadores, desde problemas crónicos en los músculos y los huesos a daño permanente en nervios y órganos, e incluso adicción. Los ex jugadores afirman que esos problemas de salud se debieron al uso de fármacos, aunque muchas de dichas afecciones no han sido vinculadas definitivamente con el uso de analgésicos.