El Gran Premio de España se convirtió en una pesadilla para Max Verstappen y Red Bull, que vieron cómo una serie de infortunios y decisiones polémicas los relegaban del podio. El neerlandés, visiblemente frustrado, fue sancionado con 10 segundos tras un incidente con George Russell, marcando un punto bajo en su temporada.
La tensión escaló en la vuelta 64, cuando a Verstappen se le pidió devolver una posición a Russell, a lo que se negó rotundamente. Lo que siguió fue un movimiento controvertido: el piloto de Red Bull pareció ceder, para luego impactar lateralmente al Mercedes de Russell al intentar un rebase, una acción que los comisarios no tardaron en penalizar.
Este choque de costado y la sanción consiguiente hicieron que Verstappen cayera de la quinta a la décima posición final, un golpe duro en la lucha por el campeonato. La indignación del piloto fue patente, no solo en la pista sino también tras la carrera, donde respondió con ironía a las quejas de Russell sobre la seguridad en la pista, declarando: "Traeré pañuelos la próxima vez".
Verstappen no mostró arrepentimiento por su acción, descartando cualquier charla con Russell y defendiendo su postura al afirmar que "en la vida no hay que arrepentirse de demasiadas cosas". El piloto atribuyó parte de su frustración a lo que considera estándares inconsistentes en las reglas de carrera, y lamentó la mala suerte con el Safety Car, que lo obligó a usar neumáticos duros, complicando su ritmo y sus opciones de podio.
Este incidente deja a Red Bull y a Verstappen con mucho que analizar antes de que la Fórmula 1 regrese a la acción a mediados de junio en Canadá. La agresividad del campeón del mundo, sumada a las dificultades estratégicas del equipo, plantea interrogantes sobre el rumbo de su temporada 2025.
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