Julio César Rivas
Toronto (Canadá), 3 may (EFE).- Ford se prepara para funcionar sin Alan Mulally, el antiguo ejecutivo de Boeing que llegó en 2006 para reestructurar la empresa en un momento crítico y que el 1 de julio abandonará la empresa como el salvador de la histórica marca.
Comentaristas y analistas están todos de acuerdo que el gran desafío de Mark Fields, el hombre que a partir del 1 de julio estará encargado de dirigir el segundo mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos, es continuar el trabajo iniciado por Mulally.
La propia compañía también entiende que lo que más temen los inversores es que la salida de Mulally signifique un cambio en la forma en que Ford ha funcionado en los últimos ocho años, y que el fin de la "era Mulally" y el inicio de la dirección de Fields suponga una abrupta ruptura.
Por ello el jueves, durante el anuncio del cambio de dirección, Fields, de 53 años de edad, se esforzó en dejar claro que no tiene intención de cambiar el rumbo de la compañía.
"Nuestra prioridad es acelerar el ritmo, seguir concentrados en la ejecución y mantener las espitas de productos totalmente llenas. Es una historia de continuidad", dijo Fields para añadir "no pienso hacer cambios porque es un equipo sólido".
Fields se hace cargo de una empresa saneada que en 2013 ganó 7.200 millones de dólares.
Pero tendrá que encarar al menos cuatro grandes problemas: finalizar la reestructuración en Europa, buscar soluciones para la deficitaria Suramérica, acelerar su presencia en China y revitalizar Lincoln, la marca de lujo de Ford.
Fields también tiene otro desafío más personal: mantener una estrecha relación con Bill Ford, el bisnieto del fundador de la compañía y presidente ejecutivo de la empresa.
Aunque Mulally, de 68 años de edad, es identificado como el "héroe" de Ford, lo cierto es que Mulally y Bill Ford han formado un exitoso tándem casi inédito en el mundo empresarial norteamericano.
Pocos recuerdan que Bill Ford se despidió a sí mismo como consejero delegado de la empresa en 2006, tras reconocer que era incapaz de sacar a Ford del profundo hoyo en que se encontraba, y contrató a Mulally.
Cuando Mulally llegó procedente de Boeing, donde había dirigido la exitosa reestructuración del fabricante aeronáutico para encarar la creciente presión de Airbus, Ford perdió 12.600 millones de dólares y se enfrentaba a un futuro incierto.
Mulally forzó a la empresa a ser realista y disciplinada. Lo primero que hizo fue desprenderse de las preciadas pero costosas marcas de lujo europeas (Aston Martin, Jaguar, Land Rover y Volvo), una medida dolorosa para el orgullo de Ford pero que a la larga se demostró acertada.
Mulally también fue quien tomó la decisión de eliminar la histórica y deficitaria marca Mercury, situada a medio camino entre los vehículos de masas de Ford y los de lujo de Lincoln, y terminar la relación con Mazda.
Finalmente acumuló 23.000 millones de dólares en créditos para financiar la masiva reestructuración de Ford. Todo ello anticipando el gran colapso de los sectores financieros y del automóvil de 2008-2009.
Cuando la gran crisis llegó, Ford había empezado a sanear la casa y tenía las arcas repletas de liquidez lo que le permitió capear el temporal financiero y le salvó de tener que pedir ayuda a las autoridades estadounidenses, algo que General Motors y Chrysler no pudieron evitar.
Mulally ejecutó el plan, que denominó One Ford. Pero fue Bill Ford quien le dio un cheque en blanco para salvar la compañía.
El resultado de la apuesta de Bill Ford es que desde que llegó Mulally, la empresa ha ganado 43.000 millones de dólares y ha arrebatado a Toyota el título de segundo fabricante en ventas en Estados Unidos.
"Le voy a echar mucho de menos. Además de ser un gran consejero delegado, se ha convertido realmente en un gran amigo y eso no es algo que pasa mucho en este sector", se sinceró Bill Ford el jueves durante el anuncio de la sustitución de Mulally por Fields.
Por su parte, Fields ha sido en los últimos años el encargado de ejecutar la disciplina impuesta por Mulally, como anticipo de su ascensión al máximo puesto de la dirección de la empresa.
Uno de los cambios culturales que Mulally impuso cuando llegó a Ford fue una reunión semanal de los principales ejecutivos de la empresa.
Mulally dirigió la reunión hasta 2012, cuando Fields fue nombrado director de operaciones y se hizo cargo del cónclave semanal que muchos consideran uno de los aspectos claves de la nueva Ford. EFE