EFE
El presidente ruso, Vladímir Putin, entra en campaña tras dos meses de ausencia, en los que se negó a participar en debates y no ha tomado parte en ningún mitin, mientras el Kremlin ha lanzado una campaña para llevar a los rusos por todos los medios a las urnas el 18 de marzo.
"Nuestro país. Nuestro presidente. Nuestra elección", es el cartel que fue colgado esta semana en todas las esquinas de este vasto país.
Nadie duda de que "nuestro" presidente es Putin, aunque lo que está en juego no es la victoria del candidato del Kremlin -garantizada con una intención de voto del 66 %-, sino la legitimidad de la votación, que dependerá del nivel de participación.
A falta de menos de dos semanas para las presidenciales, Putin dará mañana jueves el pistoletazo de salida a su campaña con el discurso sobre el Estado de la Nación ante ambas cámaras del Parlamento, que fue pospuesto desde diciembre, en un gesto sin precedentes.
Su principal acto electoral, como ha sido definido por sus propios adeptos, le permitirá repasar los logros de los últimos catorce meses, además de exponer el programa con el que se presentará a la reelección.
Según insinuó el Kremlin, es probable que Putin formalice las promesas electorales en decretos, como ya hiciera en su retorno al Kremlin en 2012, lo que a buen seguro le dará votos, ya que estos estarán relacionados con la economía y la política de bienestar.
La decisión de pronunciar dicho discurso en vísperas de las elecciones no ha sido bien recibido ni siquiera por políticos leales, como el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, candidato a la presidencia por sexta vez.
"Si el presidente no es reelegido, resulta que su mensaje no tendrá sentido", aseguró Zhirinovski, quien admitió al reunirse esta semana con la prensa extranjera que la intervención es una "gran oportunidad" que Putin no podía desaprovechar.
El partido liberal Yábloko conminó a Putin a centrarse sólo en rendir cuentas sobre su gestión, aduciendo que convertir dicha intervención en un discurso electoral es una violación de la Constitución.
Con la opción de dirigirse a los 145 millones de rusos por la televisión, Putin no necesitaba participar en debates y, de hecho, se mantuvo fiel a una tradición que arranca desde que llegara al poder hace 18 años.
La presidenta de la Comisión Electoral, Ella Pamfílova, llamó a los candidatos a no rehuir los debates después de que al primero de ellos por la radio este lunes sólo acudiera el candidato más veterano de todos, el populista Zhirinovski, de 71 años.
Con todo, las autoridades no tienen todas consigo, ya que en las legislativas de 2016 ni siquiera llegó al 50 % la participación, y en Moscú y San Petersburgo rondó un tercio del electorado.
"No es que haya cundido el pánico, pero el Kremlin está preocupado, ya que la campaña está siendo muy aburrida y poco interesante", comentó a Efe Dmitri Gudkov, político opositor.
Gudkov no cree que las autoridades vayan a falsificar las cifras de participación, como ha augurado el líder opositor, Alexéi Navalni, quien llamó a los rusos a una "huelga electoral" después ser inhabilitado por tener antecedentes penales.
"No creo que haya una caída catastrófica de la participación con respecto a 2012. Más de la mitad de los rusos irán a votar. Los rusos le han dado siempre mucha más importancia a las presidenciales", agregó Gudkov.
Las autoridades han puesto en marcha una agresiva campaña de propaganda para que los rusos cumplan con su deber, que incluye visitas "puerta a puerta" que han sido comparadas con un censo de población a nivel nacional.
Cientos de miles de personas recorren estos días el país para hacer un registro de votantes, informarles de sus derechos, incluida la posibilidad de votar lejos de su lugar de empadronamiento, y regalarles imanes.
Algunos políticos han puesto en duda la legalidad del método utilizado, además del desorbitado coste de la campaña, pero Pamfílova la defendió a capa y espada, recordando que la Comisión Electoral puede informar a la ciudadanía como considere más oportuno.
A su vez, en las redes sociales han aparecido vídeos de dudosa procedencia y contenido homófobo y racista que amenazan a los rusos con escenarios catastróficos en caso de que Putin sea desbancado del Kremlin a sus 65 años.
En uno de ellos, el votante tiene una pesadilla en la que Rusia sin Putin es un país con policías negros, servicio militar obligatorio hasta los 60 años, tasas escolares millonarias, horario para ir al baño y la obligación de acoger en casa a homosexuales.
Hasta la revista para adultos "Maxim" ha caído en la tentación y en su último número llama a votar con fotos de mujeres en ropa interior en colegios electorales.
"Al principio da un poco de miedo, pero después te apetecerá hacerlo otra vez", reza el lema de "Maxim".
2018-02-28