El presidente de la República, Ricardo Martinelli, destituyó ayer al embajador ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Guillermo Cochez, tras sus encendidos cuestionamientos en el Consejo Permanente del organismo, por una ‘potencial violación’ de la democracia en Venezuela, producto del hermetismo sobre la salud de Hugo Chávez, quien no ha asumido el poder.
Cochez lo aceptó. Antes de ello envió una dura misiva a Martinelli, en la que criticó la sincronía de la Cancillería y del gobierno con su gestión. La Estrella la obtuvo en exclusiva y la reproduce íntegramente.
A continuación podrá leer la carta:
‘Estimado Señor Presidente: Con mucha pena he leído el comunicado que la Cancillería emitió el 16 de enero asegurando que el discurso pronunciado por este servidor en el Consejo Permanente de la OEA el mismo día no estaba autorizado y que el mismo fue improvisado y sin consulta. Digo pena porque no puedo pensar que nuestro gobierno se deja amedrentar por las críticas y amenazas de Venezuela. Como sabrás, han sido varias veces que ha reclamado lo que digo: frente a frente y sin tapujos.
Desde el 17 de diciembre al 10 de enero pasado estuve en Panamá. Un total de 24 días donde la Cancillería sabía que yo estaba allá. Nunca me pidieron que me reuniera con nadie, a sabiendas de mis informes de reuniones sostenidas en la Policía Nacional y otros entes públicos. Me encontré con el Canciller en un centro comercial y no pasó más del saludo y el Vice Canciller nunca me dio la cita que le había solicitado. No tengo la culpa que mi trabajo en la OEA no reciba instrucciones ni directrices de ninguna especie; casi todas mis comunicaciones ni siquiera son respondidas. Hoy me llamó Juan Carlos Espinoza para transmitirme el supuesto mensaje del Canciller -que recibí después- que al igual que uno recibido en junio del pasado tiene los mismos términos desajustados e imprudentes del remitido en ese momento por el Canciller Henríquez y que no llevaba firma alguna. Mi airada y puntual contestación al mismo nunca fue respondida.
Pensé que en estos días, cuando pareciera todo se centra en la búsqueda de un candidato presidencial para el gobierno, no había tiempo para discutir mi trabajo. Nunca antes se ha hecho, ha habido una muy marcada falta de instrucciones y guías. Lo recibido ayer debo interpretarlo como un intolerable regaño. ¿Por qué lo hacen ahora? Siempre, ante esa falta, siempre he actuado de acuerdo a mi mejor criterio democrático y los mejores intereses para mi país y, en muchas ocasiones, consultándote directamente a ti.
Mis posiciones a favor de la democracia en Honduras, Costa Rica, Paraguay, Ecuador y Venezuela, en los tres años y medio que llevo en este cargo, producto de la defensa de la Carta Democrática Interamericana y los compromisos panameños de Derecho Internacional han sido siempre avaladas por ti, lo cual profundamente agradezco. Igual me apoyaste reiteradamente cuando denuncie la falta de transparencia en la OEA, llegando el Viceministro Álvarez a sugerirme que ante lo que había descubierto en dicho organismo hablara con el Embajador de Chile para que le pidiera en nombre de su gobierno la renuncia a Insulza.
Cuando te acepté el puesto de Embajador y Representante Permanente ante la OEA sabías que nombrabas a una persona profundamente comprometida con la democracia, beligerante en ese tema, demostrado en muchos campos de batalla. Sabías de mi preparación en el campo internacional y que mi preocupación por los sucesos mundiales son parte de mi formación política. Eso ha sido una de las características de mi vida pública de 49 años, desde que fui miembro de la Democracia Cristiana y en todos los años que combatí de frente a la dictadura militar, los gobiernos liberales de antaño y la dañina corrupción que ha existido y existe en el país.
Cuando se tienen valores democráticos estos no se pueden cambiar por un salario, por más atractivo que sea. Estos valores no tienen precio ni son negociables. sobre todo por una persona como yo que, sin tener riquezas, solo se enorgullece de los principios que toda su vida ha defendido, inclusive bajo peligro de muerte como cuando los militares me detuvieron tres semanas antes del 20 de diciembre de 1989. Eso es lo único que legaré a mi esposa, a mis hijos y a mis nietos.
Lo que le viene a la América lo sufrirá también Panamá. Hay que ponerle coto a este avance del nuevo colonialismo ideológico que se avecina, alentado por las profundas diferencias sociales que persisten en nuestros pueblos. No es un secreto que Cuba es quien determina las decisiones políticas de Venezuela; eso ni el actual ‘gobierno’ de ese país lo niega. ¿Es eso injerencia o no en las relaciones de un país supuestamente libre como Venezuela? ¿Es injerencia o no que el Presidente de Nicaragua arremeta contra la oposición venezolana al hablar en ese país el 10 de enero pasado? ¿Será o no injerencia cuando el asesor de la Presidenta Dilma Roussef, Marco Aurelio García, conocido marxista, asume el rol de interpretar la Constitución de Venezuela?
Ese plan de dominio continental también incluye a Panamá, donde, como te he señalado en más de una ocasión, algunos de las protestantes contra el gobierno nacional son infiltrados aupados y financiados con fondos externos, cuyo origen es ampliamente conocido, situación que tú me has aceptado. Todos sabemos de dónde vienen porque para esos marxistas de pacotilla, y que yo les llamo ‘verdes por el amor que le tienen al dólar’, ‘el fin justifica los medios’. Para ellos, por más que queramos ver hacia un lado, el gobierno que presides y del cual formo parte es ‘oligárquico, represivo y explotador del pueblo’.
En lo ocurrido ayer (miércoles), a pesar de la sacada de tabla de la Cancillería, mi posición ha quedado incólume; diría que hasta fortalecida. He quedado como el Willy Cochez que siempre he sido; un demócrata a carta cabal. Vine a la OEA a defender sus principales pilares: la democracia y los derechos humanos. Modestia aparte, creo que le hecho honor a ese compromiso y en todos los campos en que actuado en la OEA y fuera de ella he puesto en alto el nombre de Panamá. Poco me importa lo que digan quienes hoy no podrían subsistir sin la ayuda del dinero que Venezuela les proporciona, a pesar de que en su país hay escasez hasta de papel higiénico. Menos me importa lo que diga el Embajador de Venezuela en la OEA, a quien conozco de sus tiempos de social cristiano COPEI en Venezuela, donde su mayor frustración consiste en ser detestado por sus antiguos compañeros, por traidor, y por igual por su actual gobierno, por considerarlo un advenedizo aprovechador. Lo único que me pudo decir, el ser ‘un patán y un mal pintor’, ha sido motivo de mofa por los despachos internacionales de prensa.
Presidente: A mis 67 años no voy a cambiar de posición. Moriré igual. Si la política del gobierno de Panamá será la de apoyar los desaciertos e ilegalidades del irregular gobierno actual de Venezuela u otros gobiernos del continente, no podrás contar conmigo. Jamás podré apoyar en la OEA u en otro foro, que mi país apoye, sabrá Dios porqué, el desmadre que existe en Venezuela. Por eso te insto a que así como me nombraste te sientas libre para destituirme, al considerarse que ya no represento los mejores intereses del país’.
Como siempre, tu amigo,
Guillermo A. Cochez.