Jesús Sanchis Moscardó/ EFE
Es pronto para conocer los efectos que tendrán los acuerdos alcanzados este lunes en Quito por los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de Venezuela, Nicolás Maduro pero, a la luz de titulares y fotografías de prensa, todo indica que ambos decidieron enderezar el rumbo de su relación.
El anuncio de la vuelta de los respectivos embajadores a sus puestos, la apertura de una investigación sobre la situación en la frontera y el compromiso de respeto mutuo a sus sistemas políticos, sociales y económicos son los primeros pasos en esa línea, aunque los dos Gobiernos se han emplazado a seguir analizando más medidas para normalizar la situación fronteriza.
El desarrollo de los acontecimientos dejará ver los resultados de la reconciliación, que se tradujo en un apretón de manos "a cuatro", pues al gesto sumaron sus puños los presidentes de turno de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Fueron los presidentes de Uruguay, Tabaré Vázquez, por la Unasur y Ecuador, Rafael Correa, por la Celac, quienes facilitaron que los dos gobernantes se sentaran a la mesa y quienes les acompañaron en una reunión de la que Maduro y Santos salieron dejando atrás sus acusaciones recíprocas para expresar su compromiso de buscar soluciones dialogadas.
Ese diálogo entre gobernantes había estado ausente desde los primeros momentos de la crisis, cuando se produjo el cierre parcial de la frontera, decretado el pasado 19 de agosto por el presidente venezolano, a lo que siguió la expulsión de colombianos en situación irregular y la salida voluntaria de otros.
Y tampoco había tenido éxito la búsqueda de diálogo multilateral, pues no se consiguió que el tema fuera abordado por la Organización de Estados Latinoamericanos (OEA) ni se llegó a concretar una reunión de la Unasur, aunque finalmente, ese organismo, junto a la Celac, logró el objetivo de sentar a Santos y a Maduro a conversar.
Lo que se vio en la reunión de Quito fue el deseo de los gobernantes de impedir que las cosas tomaran un derrotero peligroso que pudiera afectar la unidad latinoamericana.
Numerosas declaraciones efectuadas durante los últimos días avalan esa intención, como ha indicado en Twitter el secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, al afirmar que el encuentro presidencial "ratifica" que los conflictos regionales deben resolverse en la región.
También lo había dicho el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, quien se movió entre bastidores en busca, primero, de un encuentro de las cancilleres colombiana, Maria Angela Holguín, y venezolana, Delcy Rodríguez, y después de la cita de los presidentes.
El ministro había señalado reiteradamente que, pese a las diferencias entre gobiernos, América Latina cuenta ahora con la posibilidad de solventarlas en espacios comunes de diálogo, como la Unasur y la Celac.
Y esa idea la expresó Correa, al término de la reunión presidencial de Quito, al destacar la aceptación casi inmediata de los dos presidentes a sentarse a hablar ante la invitación de esos organismos regionales.
"Esto consolida esa unión latinoamericana, una gran familia donde pueden surgir diferencias, pero el cariño, el afecto, esa historia común y ese destino común, esa voluntad de integración, esa voluntad de paz, permiten que se supere cualquier dificultad, cualquier desavenencia", aseveró.
2015-09-23