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La normalización del caos o jugando a ser normal

Sabado, 25 de diciembre de 2021 a las 08:12 pm

@gatotell / Coach profesional, Master PNL

En mi país las cosas han ido cambiando un poco, es decir, de nuevo se ven colas en las autopistas, gente en las calles, personas con bolsas de compras, lo que es perfectamente normal en cualquier lugar del mundo prepandémico, en Venezuela teníamos ya un buen tiempo sin vivir.

Las decoraciones, las fiestas, los intercambios de regalos, han vuelto para darnos sorbos de esa vida que tanto añoramos desde mucho antes de la Covid.


Sé, que es importante rencontrarse con esas emociones, sé, que el salirse del agobiante día a día, es fundamental para una estabilidad psicológica, sé, que estar años conectados con la desesperanza cansa y por sobre todo duele, por ello celebro, sí, celebro estos días en los que jugamos a ser normales.


Pero este espejismo ¿cuánto va a durar? ¿es cierto que la economía se está reactivando?¿ esto que vivimos en las principales ciudades del país, se replica en las zonas rurales? ¿los pensionados y empleados públicos pueden formar parte de esta fiesta alucinógena?

No lo sé, lo que sí sé, es que esta normalización del caos, a la larga también nos va a pasar factura, así como nos acostumbramos a las colas de la gasolina, escasez de alimentos, fluctuaciones del sistema eléctrico, falta de agua y justificaciones dignas de cualquier guionista del Universo de Marvel ( súper bigote incluido).

La supuesta normalidad

Esa manera de vivir no es normal, ese caos que según el diccionario es: “Desorden o confusión absoluta” es perfectamente aplicable a la Venezuela de finales del 2021, desorden porque no proviene de un orden justificado.

Ese dinero que fluye no se produce en las empresas, mucho de él viene de las remesas y de otras fuentes aparentemente menos limpias, el precio del dólar no es el real, el BCV ha hecho lo posible para mantenerlo en niveles que los expertos tildan de subvaloración ya que estiman debe estar entre los 7 y 12 BsD.

La gasolina que surten nuestros tanques sigue llegando desde fuera o depende mucho de aditivos que no tenemos en el país, se abren gigantescos supermercados, abarrotados de productos importados que pagan menos aranceles que nuestros industriales, se invita a construir a incentivar el turismo a los bancos a otorgar créditos en un bolívar que ahora digital sigue siendo débil y a la espera de los dólares que fluyen pero atrapados en un encaje legal que no lo permite.

Entonces ¿es normal? ¡Pues claro que no! Por ello lo de la confusión absoluta, la gente se pregunta ¿cómo pasa? ¿ cómo es posible que en Venezuela se hable de 100 $ ó 1000$ como si fuesen conchas de ajo?

Pues pasa, y es allí donde le hablo querido lector de esa normalización del caos, el saber que lo que estoy viviendo por mucho que me afecte puede en cualquier momento dejar de hacerlo, que los mendigos, niños de la calle, la gente comiendo en la basura y ese largo ect, ya sea parte del paisaje, de lo cotidiano, de lo que pasa o de lo que llaman los militares “daño colateral”.

Tiempos de pseudotranquilidad

Dije más arriba que celebraba estos momentos de pseudotranquilidad, y lo certifico, sí porque hacen falta, sí, porque son necesarios, pero también es necesario mirar más allá de mi nariz, de lo que me compete y me importa, también sé, que levantar la mirada para ver de frente a la realidad asusta a veces, pero es esa nuestra realidad, la de nosotros los venezolanos.

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La inseguridad no se combate con camionetas blindadas y escoltas, la electricidad no se soluciona con plantas eléctricas y el agua con abrir más pozos profundos, todo eso se soluciona con políticas y políticos comprometidos más con el país que con sus cargos y bolsillos, las cosas cambian cuando el ciudadano comienza a ser más ciudadano que pueblo y entienda que es parte del problema y también de la solución.

No quiero jugar a ser normal, quiero un país normal, con sus defectos y virtudes, pero con un propósito, un norte claro.

Se hablaba del 2021 como la fecha donde todo terminaría, en la que los cambios sociales estarían a la vista, y por favor, no le echemos más la culpa al bloqueo, las sanciones, ataques y saboteos, asuman la responsabilidad y cambien lo que haya que cambiar, incluyendo a las personas.


Piensa, ¿estamos hoy mejor que en 1998?, Niño Jesús, te pido por favor la salud para el planeta, y para mi país gente que de verdad lo quiera, no con sus palabras sino con sus acciones.

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