La gloriosa Universidad Central de Venezuela llega a sus trescientos (300) años de existencia, en el momento más triste de su tránsito; en medio de la existencia del peor gobierno de la historia republicana, el cual, con su conducta antidemocrática, y su afán de controlarlo todo, se ha dedicado a humillarla negándole los presupuestos que le corresponden debido a la inmensa responsabilidad de formar a los profesionales del presente y el futuro.
La Universidad Central de Venezuela hoy está destruida, no solo físicamente, aunque eso –de por sí- ya es demoledor de la conciencia humana, tratándose de un patrimonio de la humanidad decretado por la UNESCO.
El deterioro de su estructura habla de la desidia con la cual se le ha tratado; la desinversión en mantenimiento, desarrollo, y modernización de laboratorios, bibliotecas, aulas, equipos, son evidencia de la imposibilidad de avanzar en el cumplimiento de sus actividades esenciales, como: docencia; investigación, y extensión.
La pandemia del Covid-19, también han profundizado la crisis de la más importante universidad del país, y seguramente en el resto de ellas.
Pero quizás la más grave de todas las crisis que impacta esta hora menguada de la UCV, es la que tiene que ver con la pobreza económica de los profesores; trabajadores, y obreros.
Los más bajos salarios de todos los profesores universitarios de América Latina son los de Venezuela, y eso contrasta con el hecho de que nuestro país ha recibido en estos 22 años de gobierno de Chávez, primero, y luego de Maduro, los más altos ingresos producto de la renta petrolera.
Más ingresos que la suma de todos los recursos de toda la historia republicana anterior.
Ello demuestra, que a pesar de que ha habido recursos, estos fueron dilapidados en la corrupción, y la destrucción del país, pero especialmente de las universidades encabezadas por la UCV.
Resulta también bochornoso el hecho de que las autoridades rectorales de la UCV hayan negociado con el gobierno de Maduro la asignación de primas millonarias para sí, y para un grupo de sus preferidos y protegidos, en detrimento del conjunto de los profesores, y trabajadores, que hoy –literalmente- se mueren de hambre y enfermedades que no pueden atender por falta de recursos propios, ni institucionales, en vista de que la protección social de los profesores (IPP) no se da abasto con los costos de hoy.
A tales fines, el ex Vicerrector Ángel Hernández publicó una carta reclamando la destrucción de la UCV, pero especialmente llamando la atención a las autoridades rectorales que se han vuelto insensibles, sordas y ciegas frente al reclamo general de rendir cuentas de su gestión, y del dinero del Fondo de Jubilaciones de los Profesores, del cual, desaparecieron 12 millones de dólares sin explicación.
Igualmente, compraron sin autorización del Consejo Universitario un centro de diagnóstico (CEDIVI) con un presunto sobreprecio de 3 millones de dólares.
Negocian con el gobierno la asignación de primas millonarias para su grupo, pero no son capaces de negociar la celebración de nuevas elecciones rectorales, habida cuenta de que ya tienen 13 años ejerciendo, cuando el período que les corresponde es de 4 años.
Es un abuso descarado, y muestra las intenciones de perpetuarse en el gobierno universitario, pero sin rendir cuentas de sus malos manejos administrativos.
Y encima de todo opacan la conmemoración del tricentenario ucevista con un discurso de autoalabanza; retórico y hueco, manchando el buen nombre de José María Vargas, y el Libertador.
La comunidad de la UCV exige rendición de cuentas claras del dinero de los profesores, y la investigación exhaustiva de la presunta corrupción.
No es aceptable la perpetuación de una gestión gris y mediocre bajo ningún respecto.
¡Exigimos negociar la celebración de elecciones rectorales YA!
Orgullosos de ser ucevistas, y repudio a las autoridades rectorales. Elecciones Ya!
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