Jesús Barreto | [email protected]
Un terreno baldío, esa es la sensación que deja visitar las instalaciones del Parque de Recreación María Concepción Palacios y Blanco. La maleza, caminerías rotas y el difícil acceso dan cuenta de un avanzado deterioro, que delata años de abandono y falta progresiva de mantenimiento.
El lugar, localizado en el municipio Sucre del estado Miranda, dentro de la urbanización Parque Caiza, como también es popularmente conocido, es dependencia directa del Instituto Nacional de Parques, organismo adscrito al Ministerio de Ecosocialismo y Aguas, pero ni en ninguno de sus espacios se observa a personal destacado, cuidadores, mucho menos de visitantes.
El olvido además se manifiesta en todo el mobiliario urbano, instalado apenas en el año 2014, cercas, alumbrado y sanitarios de toda el área que tiene una extensión de 18,27 hectáreas, como reza en el decreto presidencial el 3 de mayo del 2000, fecha en la que fue delimitado para fines recreacionales.
Los constantes robos y actos vandálicos ocasionaron que, actualmente, los baños estén totalmente cerrados, de acuerdo con el testimonio de vecinos. La prolongada escasez de agua que afecta al sector desde hace más de dos años también ha incidido en el cuidado del sitio.
"Dos años después de que lo reinauguraran empezaron los robos, ya no había personal de Inparques y no hacían ningún tipo de actividad recreativa, se volvió una guarida de indigentes y malandros. El parque se mantuvo bonito y cuidado realmente muy poco tiempo. Ya no dejamos que los niños jueguen ahí", relató Moraima Ramos, residente de la urbanización Karimao Country, aledaña al otrora centro recreativo más importante del sureste de la ciudad.
Leña. La falta de mantenimiento abarca hasta a la vegetación. Las jardineras perdieron el diseño original, algunos de los arboles como la ceiba, acacia, samán, apamate, caoba, jabillo, araguaney, bambú, flamboyana y el bucare han sido talados, según denuncias de los vecinos, debido a las irregularidades con el abastecimiento de las bombonas.
Con esto se rompió una tradición de conservación, de unas especies cultivadas desde antes de que fuera declarado terreno para esparcimiento.
"Como ya no hay quien vigile a ninguna hora del día el lugar es ahora un centro para la anarquía, cerca de la entrada botan escombros y basura, por los retrasos del aseo urbano, ocurren robos y violaciones muy seguido. El año pasado vimos cómo algunos vecinos talaron hasta árboles para usar la madera como leña porque la falta de gas. Eso ya no es un parque es tierra de nadie”, denunció Cristina Delgado, habitante de Parque Caiza
Como una metáfora de lo poco accesible que se ha convertido el parque para los visitantes, todas las vías también lucen descuidadas. Los matorrales cubren tramos completos de la autopista Caracas Guarenas que conecta a Caracas con el sector.
Otras superficies como el vasto estacionamiento, la cancha de usos múltiples, y los cinco quioscos, instalados para celebración de las cada vez más escasas fiestas, las plazas, las áreas de picnics y el parque infantil tienen pisos agrietados, techos caídos y estructuras oxidadas.
Justo al lado se encuentra, en condiciones aún peores de dejadez, el antiguo edificio de la extinta Viasa, aerolínea bandera de Venezuela, torre que funcionó como espacio recreacional e ícono de la aeronáutica venezolana, en donde se podía disfrutar de un simulador de vuelo del avión DC-10 que está totalmente desmantelado.
La desidia parece propagarse como una enfermedad incurable.
2019-02-25
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