Bajo luz blanca, la cual incluye la longitud de onda de todo el espectro visible, el color de un objeto está determinado por las longitudes de onda de luz que la superficie de sus átomos no logran absorber.
Un espejo perfecto reflejaría todos los colores comprendidos en la luz blanca, por lo tanto, sería blanco.
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Sin embargo, los espejos reales no son perfectos y los átomos de su superficie le dan a sus proyecciones un tenue tinte verde, ya que los átomos del vidrio reflejan la luz verde más fuertemente que cualquier otro color.