El segundo banco más grande de Estados Unidos no gana para sobresaltos. Días atrás nos enteramos de que una mujer de mediana edad y aspecto desaliñado se llevó algo más de 1.000 dólares enseñando simplemente una nota amenazante a uno de los cajeros. Ahora, el asunto es más grave: un muchacho de 12 años (sí, amigos, las nuevas generaciones vienen pegando muy fuerte, también en asuntos de latrocinio) asaltó una sucursal de madrugada. Que digo yo, ¿qué demonios hace un chaval fuera de su casa a las 3 a.m.? ¿Qué estaban haciendo sus padres a esas horas?
El asunto es que el muchacho, que vive en uno de los suburbios de la ruinosa Detroit, accedió al interior del banco con suma facilidad. Sólo tuvo que estampar su bicicleta contra uno de los cristales de la fachada, que se rompió como si fuera una delicada copa de una vajilla de cristal de Bohemia.
Pero, ¿qué m***da de seguridad es ésta, Bank of America? ¿Cómo es posible que haya gente que deposite sus ahorros allí, viendo el poco cuidado con el que los guardan? Como decíamos, el chaval alunizó en el banco y se guardó en los bolsillos unos cuantos billetes y varios tacos de monedas. Sin embargo, no tuvo tiempo de escapar, ya que igual de inútiles que son los sistemas de seguridad del banco fueron de rápidos los policías de Southfield que acudieron a la escena del asalto.
Su reacción debió ser de incredulidad, cuando descubrieron que el ladrón era un mocoso, que primero aseguró tener nueve años, luego dijo diez y, finalmente, confesó tener 12 primaveras. ¡Alma cándida! De inmediato, los policías esposaron al joven ratero que fue llevado a su casa a la espera de juicio, pues el fiscal del condado de Oakland va a procesarle por “allanamiento de morada”.
El niño podría acabar en un centro de menores, para intentar apartarle del mal camino que ha emprendido, mientras sus padres tendrán, previsiblemente, que hacerse cargo de los costes del estropicio causado y corren el riesgo de perder su custodia. Mientras, los responsables de seguridad del Bank of America se irán de rositas, como si su inutilidad supina no mereciera un castigo…