Fue también un 1º de agosto, pero en 2012, cuando Rubén Limardo hizo historia al conquistar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres en la categoría de espada en esgrima.
Se convirtió en el tercer venezolano que logró la gesta después de "Morochito" Rodríguez en México 1968 (boxeo) y Arlindo Gouveia en taekwondo durante Barcelona 1992.
A ese selecto listado se le unió una mujer que ha demostrado con el tiempo saltar más que nadie, una niña criada en Pozuelo, Puerto Las Cruz (Anzoátegui) y que no conoce límites.
La mañana del 1º de agosto de 2021, el país observó con expectativa a Yulimar Rojas a punto de eso que pudiera lograr en Tokio. ¿Batiría el récord de Inessa Kravetz en Gotemburgo en la final del salto triple? Con ella, todo era posible.
Pronto, la sensación de algo "grande" esa mañana se transformó en realidad: sí, Rojas logró en su primer salto alcanzar los 15.67 metros que le aseguraron la medalla de oro, además del récord mundial y olímpico.
Sus lágrimas y el abrazo que se dio con su entrenador Iván Pedroso y su compañera Ana Peleteiro desahogaron toda la tensión y la alegría de una mujer capaz de dar brincos hasta la luna.
Yulimar Rojas: porque lo imposible no existe
Siete meses después de copar las páginas deportivas con su éxito en los Juegos Olímpicos, se encargó de batir los 15.67 metros. En el Mundial Indoor de Belgrado Yulimar Rojas llegó hasta los 15.74 metros. Es decir, superó ella misma su propio récord.
Porque a eso ha llegado ella. No compite con las demás, no importa si en la pista hay atletas excelentes como la jamaiquina Shanieka Ricketts, o la estadounidense Tori Franklin, ella es la reina.
Una soberana que cumple un año de despertar la algarabía en Venezuela y de regalarle al país la cuarta medalla de oro en unos Juegos Olímpicos.
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