Son días difíciles para Jean-Claude Jucker, jefe del gobierno luxemburgués desde hace 18 años. Y es que el viernes, los socialdemócratas abandonaron la coalición de gobierno, por lo que hay muchos indicios de que el mandatario que más tiempo lleva en el cargo de la UE y coimpulsor del euro no superará el escándalo sobre las dudosas prácticas de los servicios secretos luxemburgueses.
De Juncker es la "responsabilidad política" por la descontrolada actuación durante años de los servicios secretos del país, señalaba el viernes la comisión de investigación del Parlamento formada hace seis meses y tras casi 50 sesiones. Sólo los compañeros del Partido Popular Social Cristiano de Jucker, mientras que sus socios de coalición, los socialdemócratas, votaron a favor junto con la oposición. Pero Juncker, que ha ganado las principales batallas políticas en el parqué europeo, no se rinde.
El miércoles, el mandatario planea dar explicaciones en un debate en el Parlamento, dejando su futuro en manos de los diputados. Jucker ha solicitado 120 minutos para su intervención, pero si no ocurre un milagro, la coalición acabará rompiéndose. El líder de la fracción socialdemócrata, Lucien Lux, ya exigió un "nuevo comienzo" y otros políticos han pedido la dimisión de Juncker.
De suceder así, el gran duque Enrique ordenaría la disolución de la cámara y hay muchas probabilidades de que se convocaran nuevas elecciones para el 20 de octubre. Los próximos comicios no estaban previstos hasta el verano (boreal) de 2014.
La comisión de investigación acusa a Jucker de no haberse ocupado de supervisar los servicios secertos (Srel), como es su responsabilidad política. Tras el fin de la Guerra Fría y la creación de una comisión parlamentaria de control, los servicios secretos han seguido gestionándose de forma propia y una y otra vez han incurrido en prácticas de escuchas ilegales.
Entre las víctimas más destacadas de estas prácticas está el propio Jucker: el jefe de los servicios secretos Marco Mille grabó en secreto con un brazalete especial una conversación que mantuvo en enero de 2007 con el jefe de gobierno. Cuando a finales de 2008 Jucker se enteró de lo ocurrido, se acabó aquella relación de confianza. Desde 2010, Mille es jefe de seguridad del consorcio Siemens.
Los diputados culpan ahora a Jucker de su "limitada influencia" sobre los servicios secretos, que además funcionaban con vehículos del Estado y que pagaban la vivienda de los anteriores presidentes del Tribunal de Cuentas. Jucker informó a la comisión de control rara vez y demasiado tarde cuando se enteraba de los extraordinarios métodos utilizados por los agentes, alegan.
Con gran sorpresa, desde finales de 2012 los luxemburgueses han podido conocer las escenas de este thriller detectivesco que sin embargo no conforma una trama con sentido: gracias en su mayoría a investigaciones de los medios se supo que se escuchó una conversación entre Jucker y el gran duque, y resulta imposible descodificar un CD con material cifrado. En él, un testigo afirma que vio al príncipe Jean en un atentado con bomba en los años 80, lo que éste negó indignado.
Los escándalos protagonizados por los servicios secretos han cobrado cada vez más protagonismo en los últimos meses en este pequeño ducado de 500.000 habitantes. En un principio, su papel era sólo secundario en el juicio que comenzó en febrero contra dos ex agentes presuntamente responsables de una serie de explosiones ocurridas entre 1984 y 1986, que dejaron varios heridos y causaron daños millonarios.
Durante el proceso se especuló una y otra vez sobre el papel de los servicios secretos en el caso. El objetivo de las explosiones era, al parecer, lograr un mejor equipamiento para la policía. Ahora, tras una pausa, el proceso se reanudará el 16 de septiembre, señaló un portavoz judicial. Y en algún momento, también se llamará a Jucker como testigo. Aunque quizá para entonces ya no sea primer ministro./ DPA