La madrugada de este domingo 31 de octubre los ciudadanos de la Unión Europea (UE) retrasarán sus relojes una hora y a las 3.00 serán las 2.00, por lo que se entrará en el horario de invierno, un cambio regulado en la legislación comunitaria cuya supresión se debate desde hace tres años en el seno de la UE.
El cambio de los relojes en Europa se produce dos veces al año, habitualmente el último domingo de marzo y el último de octubre; y se empezó a generalizar a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar así electricidad.
Este fin de semana, dos Estados miembros (Irlanda y Portugal) se adecuarán al horario GMT. En los casos de España, Austria, Bélgica, la República Checa; Dinamarca, Francia, Alemania, Hungría, Italia; Luxemburgo, Malta, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Croacia y Holanda situarán sus relojes a GMT+1. Por su parte, Bulgaria, Chipre, Estonia, Finlandia; Grecia, Letonia, Lituania y Rumanía retrasarán la hora a GMT+2.
En septiembre de 2018, la Comisión Europea propuso acabar con el cambio de hora en 2019 tras una encuesta pública que recabó un número récord de respuestas (4,6 millones) y que reveló que mayoritariamente (un 84%) los ciudadanos europeos quieren terminar con esa práctica.
Aun así, la abolición del cambio de hora debe ser debatida y pactada por los dos colegisladores de la UE, la Eurocámara y el Consejo (los Estados miembros), para que pueda entrar en vigor. Ya el pasado mes de marzo, el Parlamento Europeo urgió a poner fin a esta práctica a partir de 2021, pero el Consejo de la UE aún no se ha posicionado al respecto.
En su propuesta legislativa, la Comisión ofrecía a los Estados miembros la libertad de decidir si se regirán de manera permanente por la hora de verano o la de invierno, pero instaba a que lo acuerden "de manera coordinada entre países vecinos".
Diferentes estudios en 2018 indicaron que el ahorro de energía por el cambio horario es mínimo mientras que aumentaban las quejas de los ciudadanos por sus efectos negativos para la salud.
EFE