La policía de la ciudad mexicana norteña de Culiacán, dominada por cárteles de las drogas, fue retirada de las calles, después de que el ejército confiscara sus armas.
La medida se adoptó un día después de que unos 1.500 habitantes de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, marcharan en el centro de la ciudad para exigir paz, tras varias semanas en las que los tiroteos entre cárteles causaron la muerte de decenas de personas.
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En lugar de anunciar un aumento de la presencia policial, Rubén Rocha, gobernador del estado, dijo que los 1.000 miembros de la policía municipal no volverían a sus puestos de trabajo hasta que recuperen sus armas.
Los militares, la policía estatal y la Guardia Nacional se encargarán de patrullar hasta entonces, señalaron medios locales.
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Rocha indicó que se decidió retirar las armas para una inspección de los permisos y los números de serie como parte de un control “excepcional”. Aseguró que espera que la revisión “termine pronto”.
Históricamente, el ejército mexicano ha incautado las armas de las fuerzas policiales locales, ya sea por sospecha que algunos agentes trabajan para bandas de narcotraficantes, o debido a que presumen el porte de armas cortas privadas no registradas, las cuales derivarían en abusos más difíciles de rastrear.
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