Los secesionistas unieron sus manos bajo el lema "Vía catalana hacia la independencia" a lo largo de 400 kilómetros, desde la localidad fronteriza francesa de Le Perthus hasta la de Alcanar, en el límite con la Comunidad Valenciana, pasando por las ciudades de Gerona, Barcelona y Tarragona.
De momento se desconoce si hubo puntos en los que la cadena no pudo cerrarse. Los organizadores estimaron previamente que para que no hubiera huecos se necesitaba un mínimo de 300.000 participantes, si bien esperaban una participación mucho mayor.
Vestidos muchos con camisetas amarillas, gran parte de los manifestantes portaron "esteladas", las banderas secesionistas catalanas. El grito más pronunciado fue el de "¡independencia!".
Uno de los puntos que atravesó la cadena fue el Camp Nou, el estadio del Barça. La Sagrada Familia y la céntrica Plaza de San Jaume fueron otros dos de los escenarios en Barcelona.
La iniciativa se celebró siguiendo el ejemplo de la "Cadena Báltica", en la que en agosto de 1989 participó más de millón y medio de personas y recorrió 600 kilómetros, cruzando las repúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania. Dos años después, las tres eran ya independientes.
La vía catalana quedó formada a las 17:14 horas (local), en alusión al año 1714, cuando el 11 de septiembre las tropas borbónicas de Felipe V tomaron Barcelona, en el marco de la Guerra de Sucesión española. La caída de la ciudad supuso la abolición de las instituciones catalanas. Cada 11 de septiembre, Cataluña celebra su fiesta oficial, la Diada, en recuerdo de aquellos hechos.
La cadena humana fue convocada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), una organización de carácter privado que persigue la independencia de Cataluña y que hace un año logró congregar a decenas de miles de personas en una manifestación histórica que pidió la secesión en Barcelona.
Solo existen dos caminos, proclamó su presidenta, Carme Forcadell: "Someterse al Estado español y desaparecer como pueblo o la independencia". "Necesitamos un Estado que defienda nuestros intereses, nuestros derechos e identidad", añadió.
La iniciativa recibió el apoyo del jefe del gobierno catalán, Artur Mas, que llamó a los catalanes a "asombrar al mundo entero" con esa manifestación, en la que él, sin embargo, no participó.
Su gobierno impulsa desde hace un año un desafío soberanista en el marco del cual pretende celebrar en 2014 una consulta de autodeterminación que lo ha enfrentado abiertamente con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, opuesto a ese referéndum y a una hipotética independencia de la región de 7,6 millones de habitantes.
"Cualquier territorio que se separa del Estado del que forma parte queda excluido de la UE", volvió a advertir el ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo.
Cataluña es la región con mayor PIB de España, aunque también la más endeudada. Y la crisis económica que atraviesa el país desde 2008 ha acrecentado allí el independentismo. El gobierno de Mas ha llevado a cabo dolorosos recortes y ajustes. Y los separatistas defienden que una Cataluña independiente se encontraría entre las principales potencias económicas de Europa.
Según una encuesta publicada por la radio española Ser, el 52 por ciento de los catalanes están a favor de la independencia de la región, mientras que un 24 por ciento votaría en contra en un hipotético referéndum. El 80 por ciento de los catalanes está a favor de que el Estado español permita la celebración de esa consulta.
Después de meses asegurando que la convocaría en 2014 aunque no tuviera el permiso del Estado español, Artur Mas abrió recientemente la puerta a no celebrarla si no cuenta con el visto bueno de Madrid. En ese caso, según dijo, convertirá las elecciones ordinarias catalanas de 2016 en un plebiscito sobre la independencia.
Él y Rajoy se reunieron en secreto a finales de agosto, tras casi un año de inexistentes contactos, y según reveló la prensa española, ambos buscan ahora evitar un choque de trenes en Cataluña y España, alejados de los focos mediáticos y de las declaraciones./DPA