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Putin provoca un motín entre las minorías lingüísticas rusas

Martes, 26 de septiembre de 2017 a las 08:00 pm
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EFE

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha provocado un motín entre las minorías lingüísticas de este país al ordenar que sólo la enseñanza del ruso sea obligatoria, mientras el estudio del resto de lenguas debe ser voluntario.

"Obligar a una persona a estudiar un idioma que no es su lengua materna es inadmisible, al igual que reducir el nivel y las horas de enseñanza del ruso. El ruso es la carcasa espiritual de nuestro país multinacional. Debe conocerlo todo el mundo", afirmó Putin al visitar la república de Mari El, cuya lengua es de origen finés.

Putin destacó que el más de un centenar de lenguas minoritarias en Rusia son "parte inalienable de la identidad cultural" de los diferentes pueblos que allí habitan y que su estudio está garantizado por la Constitución, pero insistió en que debe ser "voluntario".

No se limitó a eso, sino que ordenó a la Fiscalía General que abra una investigación en las diferentes regiones para comprobar si el ruso pierde terreno en el programa escolar en beneficio de lenguas como el tártaro o el bashkirio.

"Llamo la atención de los dirigentes regionales", agregó Putin, que dio de plazo hasta el 30 de noviembre para presentarle informes al respecto.

Esta declaración ha provocado un terremoto social en regiones como Tatarstán, Bashkiria, Chuvashia, Altái, Buriatia, Komi o Kalmikia, que tienen amplias minorías étnicas.

"Nosotros cumplimos con las leyes federales. Según la Constitución tártara, tenemos dos lenguas estatales: ruso y tártaro. Bajo mi punto de vista, el presidente no se refería a Tatarstán", aseguró el ministro de Educación de esa república, Engel Fattájov, en claro gesto de desobediencia.

Los tártaros, la minoría más numerosa del país con más de 5 millones de personas, se escudan en que su Constitución fue aprobada en 1992 justo después de la caída de la URSS y antes de que lo hiciera la Federación Rusa, y en ella se indica que ambas lenguas deben recibir el mismo tratamiento.

Un grupo de escritores tártaros escribieron recientemente al jefe del Kremlin para pedirle que reconsidere su decisión, que calificaron de "bomba instalada en el corazón de Rusia" y amenaza para la concordia étnica apuntalada "durante siglos".

En su opinión, la no obligatoriedad del estudio del tártaro socavaría la identidad nacional y acabaría por condenar el futuro de dicha lengua, al restringirla exclusivamente al uso familiar, cuando ya poco más de tres millones dominan esa lengua de origen turcomano.

Mientras, las familias rusoparlantes han denunciado su situación de indefensión ante la dictadura de la lengua tártara -dos horas en preescolar y hasta seis horas en secundaria-, cuando es un idioma que sus hijos no necesitarán a partir de los quince años.

"Cuando mi hijo entró en la escuela nos topamos con el problema de la reducción del número de las horas de Ruso y Literatura. En vez de cinco clases en Ruso, pasamos a tres. Y en Literatura, de cuatro a dos", contó el jefe del Comité de Padres Rusoparlantes, Edvard Nosov.

Por ese motivo, muchos padres se han dirigido a la Fiscalía para denunciar la postura de las autoridades y, mientras, ya han presentado solicitudes para que sus hijos sean eximidos del estudio de dicha lengua, la asignatura "más odiada" por los escolares.

En Bashkiria las autoridades no han dudado en convertir de la noche a la mañana en voluntario el estudio del baskirio, pero las protestas no se han hecho esperar.

Más de un millar de personas se concentraron hace unos días en la capital, Ufá, para pedir la reinstauración del bashkirio como obligatorio, mientras el escritor local, Fliur Galímov, acusó a Putin de violar la Constitución y alertó sobre posibles estallidos de violencia.

"Si esa llama arde será imposible de extinguir y los ríos rojos podrían comenzar a fluir", escribió Galímov, quien pidió a Putin que "no corte nuestra lengua".

El Consejo de Ancianos Chuvashios consideró la declaración de Putin de "nuevo ataque contra las lenguas indígenas de Rusia" y el novelista Anatoli Kibech acusó al Kremlin de debilitar Rusia desde dentro, cuando el ruso es dominado por casi la totalidad de la población.

"Ninguna de las lenguas vernáculas supone una amenaza para la integridad territorial de Rusia. Al contrario, las representantes de los pueblos aborígenes son más patrióticos y prorrusos que la gente que ignora las culturas nativas", señaló.

2017-09-27