Por: Fiorella Agostini/Material para 2001
El pasado viernes 14 de marzo, Carmen Bonilla recibió la última llamada de su hijo, Andry. Días después, su corazón se estremeció al conocer que está entre los detenidos enviados a El Salvador.
Desde esa llamada, la mujer no tuvo más noticias de su hijo, quien, con extrañeza, le había comentado que por mal clima en Venezuela, la deportación había sido pospuesta.
¿Cómo reconocieron a Andry Blanco Bonilla?
La angustia la invadió cuando vio en las noticias que un vuelo hacia El Salvador, con migrantes venezolanos había despegado. Pasaron 48 horas sin que Bonilla supiera de él. En los días siguientes, reconoció a su hijo en una de las fotos de los detenidos. Sin embargo, intentó aferrarse a la esperanza de que no fuera él, hasta que el martes su mundo se desplomó al confirmar su nombre que sí estaba en la lista de enviados.
Andry Blanco Bonilla es uno de los 137 venezolanos actualmente recluidos en el Centro de Confinamiento de Terrorismo (CECOT) en El Salvador. Nació en Valencia, Venezuela, y su madre lo describe como un buen padre, buen hijo y buen amigo.
En conversación con la marca 2001, Bonilla detalló que su hijo trabajó como taxista hasta que migró a Chile, en el año 2016, donde vivió y trabajó hasta 2023, cuando se fue a Estados Unidos.
El 28 de diciembre de 2023, Blanco se entregó por protocolo a las autoridades migratorias en la frontera de Estados Unidos. Tres días después fue liberado y desde entonces laboró como repartidor.
¿Qué pasó con Andry Blanco Bonilla?
Cabe destacar que el 21 de febrero de 2024, al acercarse a Migración para actualizar su dirección, uno de los oficiales, al observar sus tatuajes, lo detuvo. El joven fue privado de libertad durante cinco meses bajo la acusación de ser miembro de El Tren de Aragua, y para ello se basaron únicamente en sus tatuajes.
Según la madre, los tatuajes de Blanco Bonilla representan los nombres de sus abuelas, su tía, el de ella misma y un diseño de un riel con las figuras de él y su hijo. Insiste en que esos tatuajes son un reflejo de amor, no un motivo para considerarlo un criminal.
Durante su juicio, el venezolano defendió su inocencia, pero el juez determinó que era un miembro activo de dicha organización. En consecuencia, se le impuso un régimen de presentación el cual cumplió en cada fecha que le tocaba, hasta que el 6 de febrero del 2025 unos oficiales irrumpieron en su casa para llevárselo.
Carmen hizo un llamado a las autoridades y solicitó su intervención para conseguir la liberación y repatriación de su hijo, a quien define como inocente y víctima de una injusticia.
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