Carlos Crespo/[email protected]
Quien camine frente al Liceo Fermín Toro, y observe la puerta de la institución educativa, quizás piense que el histórico recinto fue convertido en una cárcel o en una especie de fuerte militar.
La entrada es permanentemente custodiada por funcionarios militares y policiales. Efectivos de la Guardia de Honor Presidencial, Policía Nacional Bolivariana (PNB) y funcionarios de seguridad, vestidos de civil, custodian las instalaciones. Quien se detenga durante algunos minutos frente a la puerta podrán ver como la salida de algunos alumnos de educación primaria es custodiada por miembros de la PNB. Los niños son transportados en autobuses de ese cuerpo policial.
Puertas adentro
Dentro de la institución la militarización del plantel es casi imperceptible. La cantina funciona con normalidad, los estudiantes ven clases en las aulas, mientras que otros están a las afueras porque los profesores no han llegado.
Sin embargo, la normalidad no tarda mucho en romperse. Funcionarios de seguridad, con radios en la mano, hacen rondas por los pasillos para verificar que no haya nada irregular.
Misterio
Las razones de la intervención, que se inició en diciembre, según algunas versiones, y a mediados de enero, de acuerdo con otras fuentes, siguen siendo poco claras. La mayoría de los alumnos y profesores coinciden en relatar un episodio: la agresión y golpiza al ex director Jesús Ramos, a finales del año pasado. Con el incidente de Ramos ya eran más de 10 los docentes agredidos por los alumnos.
Igualmente, es un secreto a voces que dentro del liceo existía una red de distribución de drogas.
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