El sector agrícola de Venezuela ha sido históricamente muy importante para el desarrollo económico del país, aun cuando el furor del petróleo eclipsó el otrora protagonismo de la agricultura.
Los estragos generados por la Covid-19 y la desaparición sistemática de políticas que impulsen y fortalezcan la agronomía de la nación han mermado significativamente dicho sector.
Para poner en el tapete algunos aspectos en torno a este tema, Juan Ernesto Páez-Pumar, director de 2001, sostuvo una entrevista virtual, en el acostumbrado espacio de Instagram La Conversa 2.0, con el ingeniero agrónomo Julio Castillo.
Covid-19 y agricultura
El experto en agronomía suscribió el evidente daño que sufrió el área agrícola producto de la pandemia.
Sin embargo, destacó que el sector más afectado fue el de la inversión y producción del empresariado, pues el trabajo de la siembra y la cosecha nunca se detuvo.
“La gran mayoría de los productores del campo se mantuvieron activos, trabajando y sembrando las tierras, pero, de alguna manera la cadena de producción, distribución y comercialización sí se vio mermada, por ende, el área de consumo”, refirió.
Asimismo, comentó que en el presente esta actividad económica empieza a tener una recuperación paulatina, que se torna lenta, debido a que ahora el mundo padece las consecuencias de la guerra en Euroasia.
“La agricultura en Venezuela ya se ha venido recuperando, pero ahora nos afecta un asunto bélico, que es la situación de guerra entre Rusia y Ucrania, desde donde se nos provee una parte de los alimentos”, indicó.
De igual manera, recordó que gran parte del fertilizante, elemento vital para el desarrollo agropecuario y que a nivel mundial tiene alta demanda, proviene de los mencionados países en conflicto.
Castillo precisó que elementos químicos como el Fósforo y el Potasio vienen en un gran porcentaje de Rusia y de Ucrania.
Refirió que en el sector alimenticio han repuntado los precios, desde lo que significa los costos de producción en cuanto a la materia prima, consecuencia de una inflación importante en el mercado a nivel mundial y en costos de alimentos como producto final.
“De todas maneras hay que seguir sembrando, hay que seguir produciendo. Yo creo que nuestros productores van a seguir adelante en ese sentido, porque sin alimentación no hay vida”, expresó el profesional de la agronomía.
La agricultura reclama el apoyo de créditos y políticas de empuje
El ingeniero agrónomo señaló para La Conversa 2.0 que hablar de crédito o financiación en la actualidad significa hacerlo de una manera muy distinta a como se hacía años atrás.
“En Venezuela existía desde el año de 1977, la obligatoriedad de la banca pública y privada de colocar recursos en el sector agropecuario. Es una de las carteras más antiguas del país. Estuvo apoyando por 43 años aproximadamente al sector”, afirmó.
Señaló que para el año 2019 ya había desaparecido esa obligatoriedad como tal, y tras ello, se esfumó el crédito agropecuario obligatorio y dividido, por lo que a juicio de Castillo, “se ha perdido esa oportunidad y fuente de recursos que representa la agricultura”.
Asunto que trasciende
Resaltó que el problema trasciende más allá, porque recuerda que el sector agropecuario es muy delicado y de alto riesgo, cuya recuperación está sujeta a factores naturales y humanos.
“Al desaparecer la figura del productor se ven mermadas las áreas involucradas, mermada la reinversión, la recuperación o reconstrucción de todas sus áreas de siembra, cosecha, rebaños, etc.”, apuntó.
El también especialista en finanzas comentó que hoy en día se está discutiendo reiteradamente el tema de cómo volver a capitalizar al productor, que según dijo, desde hace 7 años y medio se ha venido descapitalizando.
“Los productores agrícolas han perdido ese poder adquisitivo para comprar la materia prima, pagarles a los obreros, por consiguiente, se va perdiendo todo. La banca era un oxígeno para ese productor y agricultor en momentos de dificultad. Ahora hay que inventarse nuevas formas de subsidio”, manifestó.
Altas y bajas en los rubros agrícolas de más interés
Aunque no precisó datos, Castillo puntualizó que “hay cifras interesantes que tendrán que tabularse”. Reiteró que se ha incrementado la producción, pero nunca a los niveles máximos que en otros tiempos se logró.
“Hoy en día estamos repuntando en algunos rubros luego de haber descendido de manera grave, en algunos casos 75% de la producción”.
Refirió que el maíz es uno de los rubros más importantes de Venezuela y aseguró que en el pasado se llegó a sembrar 800 mil hectáreas de este alimento.
“En la actualidad estamos por sembrar quizá y dependiendo de lo que se haya hecho en 2021 y en momentos en que ya finalizó el ciclo normal de siembra de maíz, unas 200 mil hectáreas. Es decir, estamos hablando de una cuarta parte”.
Las expectativas de la agricultura para 2023
En tal sentido, aspira que 2023 sea un año con más repunte y recursos para el productor y, que paulatinamente se puedan ir elevando los niveles de producción.
En su opinión, hasta ahora no son suficientes para abastecer la demanda nacional, ni para cumplir con otros países que quisieran exportar productos venezolanos.
“Vamos al caso de la caña de azúcar que ahora está en repunte, pero también disminuyó una reducción de más del 50 %, al igual que el café”, indicó.
De igual modo, dijo que las áreas avícolas, porcinas, caprinas y ovinas, han venido incrementando eventualmente la producción.
“Principalmente la producción de huevos y pollos de engorde, que resultan entre otras, como las proteínas más económicas. Eso permite que con este repunte interesante dado el mayor consumo, se pueda ganar en el sector”.
Exportaciones cuesta arriba
Castillo expresó que el sueño del productor agrícola es ver su producto final en el mercado internacional, expectativa que se ha convertido en un gran desafío, pues señaló, que el Estado no proporciona las herramientas de vanguardia para una mejor agricultura.
“No podemos exportar. Para ello, necesitamos de nuevas tecnologías, de nuevos métodos de siembra, de aplicar una agricultura mucho más moderna, la metodología 4.0, de la cual estamos muy alejados, estamos en la edad de piedra”, aseveró.
Al respecto, subrayó que constantemente la población crece, y por ende la demanda también.
“Entonces se presentan las situaciones complejas de crisis en las que la población no tiene el poder adquisitivo para comprar los alimentos importados”, dijo.
Entrevista completa aquí:
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