Jesús Barreto
La marcha de este 1° de Mayo representa un verdadero reto para el liderazgo del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó.
En esa convocatoria se pondrá a prueba, por primera vez, la eficacia del plan que lo mantuvo de gira en gran parte del territorio nacional, por más de un mes.
Además es un nuevo punto de inflexión desde el pasado 4 de marzo, cuando regresó al país tras completar una intensa agenda de visitas a naciones aliadas de la región, luego de que la ayuda humanitaria donada por Estados Unidos, Chile y Colombia fuera devuelta en la frontera colombo-venezolana el pasado 23 de febrero.
Desde la perspectiva del politólogo Luis Salamanca, la cita será una oportunidad para medir la capacidad de movilización de los más de 3.000 Comités de Ayuda y Libertad que, según el líder del Parlamento, han sido juramentados en los últimos 35 días.
No obstante, el centro de toda la atención no está en la asistencia, que se espera sea masiva, conforme a la respuesta que se ha registrado en los llamados en la mayoría de los estados, sino en cómo se planteará está nueva fase de “lucha política”, una vez agotada la anterior.
“La dirigencia política ha generado mucha expectativa, similar a la de los pasados 23 de enero y 23 de febrero, que tuvieron el signo de días definitivos, pero para la ciudadanía ya no tiene tanta emotividad, ha bajado la intensidad de la expectativa, lo que no quiere decir que no se mantenga la esperanza de la gente por un cambio, que ronda 80%, sino que no se tiene la seguridad de que el mecanismo de la marcha tenga el impacto para consolidar la agenda planteada”, explicó.
Salamanca señaló que este tipo de merma de las expectativas es el esperado dentro del proceso que vive el país.
“Esto no representa un quiebre o un motivo para decepcionarse, es normal dentro del ciclo de cambio político que se desarrolla en Venezuela, se intenta volver a subir el pico en la emocionalidad colectiva”.
El politólogo destacó el papel de la organización, aspecto propuesto insistentemente por Guaidó en la etapa de confrontación política del último mes.
“En general esta es una sociedad atomizada, la gente salía a las convocatorias sin fijarse en el vecino. No hay un mínimo de organización política que garantice una capacidad de respuesta para saber enfrentar situaciones de todo tipo. Es muy importante que la gente esté preparada para una acción política en cualquier momento”, expuso el analista.
Nueva ruta. El otro desafío está en cómo la sociedad consolidará este variante de organización, desde las bases, más allá de maquinarias partidistas, en la que se busca concretar la unidad de diversos sectores.
“Se espera que los trabajadores salgan, como lo hacen de forma habitual. Es una ocasión para ver cómo se va a amalgamar la clase obrera con los sectores populares y medios”, añadió.
Sobre la posibilidad y significado de que la marcha llegue al Palacio de Miraflores opinó que “está por verse cómo se manejará Guaidó, que ha usado en un lenguaje ambiguo la posibilidad de acercarse a la zona del poder y ver si lograrán acercarse a Miraflores”.
Pero las expectativas no son solo logísticas, a juicio del politólogo, Ricardo Sucre, la clave de esta fecha estará en el manejo que el líder opositor haga de su discurso, en el que debe incluir nuevos elementos.
“Se espera que Guaidó haga algún anuncio sobre la nueva ruta, pero con nuevos detalles sobre cuál va a ser la orientación, qué va a llevar ahora la lucha política de la oposición, tomando en cuenta que la fechas emblemáticas que se presentaron al inicio de este proceso, que fueron 23 de enero y 23 de febrero no produjeron la esperada fractura según el planteamiento original”, advirtió.
2019-04-29
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