Andrés Tovar Zabaleta
El último trimestre del 2018 y el aura del venidero 2019 pronostica, en lo que a la economía se refiere, un incremento en la convulsión. Las presiones al sector comercial con amenazas y detenciones, amenazando con ellas al abastecimiento; y una demanda volátil y espasmódica, típica de hiperinflación, parecen ser los escenarios dispuestos para un enforzamiento de la crisis que, según el economista, conferencista y director de Datanálisis, Luis Vicente León, es apenas sólo una parte del proceso, pero no el “momento estelar”.
Haciéndo una bitácora de la crisis. ¿En qué punto estamos actualmente?
La hiperinflación es la expresión prima de la crisis y la estamos viendo en todo su rigor, pero es apenas el preámbulo. Obviamente, la lectura es negativa, pero vale la pena destacar que en este tipo de situaciones, si bien el panorama es malo, también tienes la posibilidad de pensar en lo que hay que hacer cuando ya pase. Y aquí hay que detenerse un momento para pensar en dos aspectos. El primero es lo tangible, lo que se ve, que en este caso son los efectos que esa inflación está teniendo: deterioro del poder adquisitivo y, por ende, de la calidad de vida. En el empobrecimiento severo de la gente. En la destrucción de empresas, de valor, de producción. Pero, lo que no se ve es la consideración y convicción de que esta situación es finita. No existe ningún caso de hiperinflación en la historia económica del mundo que sea infinito. Pero todos los actores de la sociedad deben tener la convicción de esa premisa, de que la crisis es finita, para comenzar a reflexionar en mecanismos de regeneración tras la crisis.
¿Cuáles son esos posibles mecanismos de regeneración?
Para cualquier mecanismo, lo primero de lo que hay que partir es de tener una “óptica positiva realista” ante la crisis. Nos hemos quedado en frases como “esto es una tragedia”, “esto no se va a acabar”. Ya estamos adentrados en un proceso en el cual podríamos decir que a la crisis económica le quedan, a lo sumo, unos dos años; que no es poco. Pero en todo caso es un tiempo finito, del que vale la pena extraer la afirmación de que vale la pena ‘surfear’ la crisis para avanzar. Si esto fuera un problema interminable, a lo mejor sólo pienso en huir, en emigrar porque aquí no hay vida. Pero si me conecto con que el problema es finito y que será la misma situación la que irá decantando soluciones, puedo pensar en mejores maneras de surfear la crisis, con la convicción de que habrá un punto de mayor apertura. Eso es lo que ha pasado con varias empresas, que dijeron “no, no puedo con esto” y simplemente cerraron y se fueron. Pero muchas otras están aquí, fajadas para seguir produciendo.
¿Es esa una crítica al sector privado?
Al contrario. Más bien es una aclaratoria a los que dicen que aquí no existe ya sector privado. Lo que tenemos es una gran dificultad para la obtención de productos. Pero si uno separa a esa Venezuela que se mantiene viva, resistiendo y produciendo a contracorriente, “surfeando” pues, para sacar sus empresas adelante, no es concebible que haya sectores, en su mayoría políticos, que hayan bajado la guardia en la lucha social.
Entonces la crítica es para el sector político, opositor en ese caso
Es más bien un llamado a la reflexión. Cuando tú desahucias a un enfermo, es poca la energía que concentras en él para intentar salvarlo. Yo no quiero ser injusto con una oposición que ha hecho grandes esfuerzos y asumido riesgos gigantes. Pero que necesita con urgencia, si desea mantenerse, un proceso de revisión interna verdaderamente serio.
¿Cómo ‘surfear la ola’ entonces?
La realidad es que en este momento el ciudadano de a pie solo puede surfear su ola individual, haciendo lo que puede para sostenerse. Y aunque, insisto, el proceso de la crisis es finito, en los próximos meses, y hay que decirlo responsablemente, vamos a pasar trabajo, con sacrificios incluso superiores a los que hemos tenido.
Muchos dirán que son ya muchos los sacrificios
Pero ninguno de ellos ha sido para curar la enfermedad. Para lograr la recuperación hay que “abrir”: el gobierno se va a ver obligado a abrir el mercado. No va a importar cuántos discursos altisonantes hagas, o cuántos carniceros o gerentes de supermercado metas presos, vas a tener que abrir. Porque cuando más actores económicos metas presos, menos productos habrán. Al final los vas a tener que sacar a todos para poder tener productos, porque además está comprobado que no funcionas como productor ni proveedor. ¿La prueba? El actual modelo, dependiente de las importaciones, y tu gestión con las empresas expropiadas.
¿Y por qué el gobierno no termina de abrir”?
Porque el actual gobierno no tiene memoria de cómo funciona la economía de mercado, entonces no sabe cómo es ni cómo se hace. Las potencialidades de éxito un plan de ajuste económico provienen de la apertura y flexibilización de mercados que este plantee. Esta mas que demostrado que la crisis es producto del intervencionismo y el control. Cuando la crisis se hace más difícil, algunos gobiernos mentirosos intentan estrategias múltiples para “engañar” a la economía con flexibilizaciones aparentes que en realidad pretenden maquillar su control. Sólo cuando entienden que la apertura real de mercados es indispensable y el gobierno cambia su modelo (o cuando el país se libera del gobierno incapaz) entonces se pueden comenzar a ver los cambios positivos y el rescate de los equilibrios.
Usted ha expresado públicamente que las últimas medidas tomadas por el gobierno en cuanto a “apertura cambiaria” han sido atinadas
Si, pero sólo teóricamente. Lamentablemente el adorno populista para tratar de evadir los costos del ajuste sin recursos externos hace muy poco probable el éxito clásico. Es que la probabilidad de que el gobierno sea serio y cumpla su anclaje y su seriedad fiscal, sin instituciones independientes, con grandes presiones sociales e internas, sin dólares frescos ni acceso a crédito internacional, y siendo un mentiroso conocido, es muy poco probable y en ese caso estaremos en un panorama oscuro.
Por eso esa avanzada del Gobierno en captar dólares
Así es. Las remesas son un objetivo central del gob pues podrían convertirse en una fuente clave de entrada de dólares a reservas. En este momento, al pasar por el mercado negro no hay entrada de divisas al país. Son intercambios entre cuentas en dólares en el exterior y de Bs internamente. Si el gobierno lograra controlar entrada de remesas a través de casas de cambio, esas divisas podrían alimentar las reservas a cambios de Bs que entregaría el propio gobierno. Pero eso sólo podría ocurrir si el cambio oficial es el mismo paralelo. De lo contrario es una operación inviable. Tratar de mantener una tasa de cambio de remesas inferior al mercado, aunque con ajustes permanentes, es inútil. Nadie que envía recursos a su familia necesitada sacrifica tasa por legalidad. Si el gob quiere captar las remesas y repatriaciones para acumular reservas como en el Caribe o Centroamérica, necesita eliminar todos los bloqueadores a las operaciones cambiarias y liberar mercado. No lo hace, entonces el paralelo domina la escena. Asi de simple. El mercado negro será siempre el competidor ganador.
¿Entonces, cuál es el mensaje para los sectores productivos?
Entender que hay futuro y que hoy me interesa por encima de todo el flujo de caja del negocio. Debo pensar en subsistir, antes de ganar, protegiendo los costos de reposición. Fuera de eso, significa quebrar. Pero, por encima de todo ello, no se puede “demonizar” la crisis. Para superarla no se puede ser un pesimista extremo ni un optimista absurdo. El balance lo tienen los optimistas realistas que trazan metas concretas, desarrollan planes para obtenerlas y estudian con detalle los bloqueadores. Es obvio que el país vive la crisis más perversa de toda su historia republicana y aún le queda tiempo y demolición. Pero las crisis pasan y haberlas surfeado y tomado ventaja de ellas te hace más fuerte para aprovechar inteligentemente el futuro, que estará lleno de necesidades.
¿Y para la población?
Que no tiene sentido criar nuestros hijos pensando que el problema es el país. Pues no. El pais es maravilloso. Los problemas son otros. Confundirlos desconecta y pulveriza los deseos de vivirlo, amarlo y defenderlo. El problema no es permanente, el desapego si.
2018-10-06
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