Zara, la cadena de moda española, del grupo textil Inditex, ha cerrado las cinco tiendas que quedaban en Venezuela. Más aún: los encargados de los locales se han ocupado en las últimas horas de deshacerse del logo. Igual ha sucedido con Bershka y Pull&Bear, igualmente pertenecientes al grupo fundado por Amancio Ortega.
Inditex, que es un acrónimo de Industria de Diseño Textil, no solo ha dado órdenes de no comercializar más sus marcas, sino que meses atrás llegó a un acuerdo con el único franquiciante en el país para que los locales remataran las piezas que quedaban en sus anaqueles y también deshacerse de todo el mobiliario, escaparates y hasta los maniquíes. Y ese tiempo se ha agotado.
La multinacional española ha detenido todos los envíos. Así de sencillo. Y sin dar muchas explicaciones, aunque es vox populi que se trata de una decisión de tipo político.
Zara es considerada una de las compañías más importantes del mundo cuyo lema es poner piezas de moda a la disposición de todos gracias a sus precios -en España desde una oficinista hasta la reina consorte Letizia se visten con Zara-.
Inditex llegó a contar con 22 establecimientos en el país: 8 de Zara, 5 de Pull&Bear y 9 de Bershka. Solo que en 2004 se encontró de frente con el presidente Chávez, que acusó a las tiendas de “fraude fiscal”. Así que comenzaron los problemas.
En 2007 aparece en el escenario la compañía Phoenix World Trade, cuyo único socio es el empresario venezolano libanés Camilo Ibrahim, negocia con el grupo Inditex y convierte a Zara, Pull&Bear y Bershka en franquicias corporativas, modalidad según la cual todas las tiendas pertenecen a un mismo grupo económico.
En 2012 la economía no estaba dolarizada, como ahora y era cuesta arriba importar camisas, pantalones y zapatos, así que las tiendas permanecieron desabastecidas durante años.
Además el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) obligó a Zara a pagar una multa de 85 mil dólares por aumentar sus precios tras la devaluación del bolívar en 2013. Por último, el gobierno prohibió incrementar sus precios de manera indiscriminada en los últimos siete años. En conclusión: Un mal negocio.
Se entiende entonces que el grupo Phoenix World Trade no haya adquirido ni un solo escaparate a Inditex desde hace más de diez años. Para ninguna de las tres marcas.
Y se entiende igualmente que el mismo grupo Phoenix World Trade se las ingenió para dar una vuelta de tuercas al asunto y creó, por ejemplo, la marca Balú, que se nutre igualmente de saldos de marcas como H&M y de piezas de tercera categoría provenientes de China. Aunque sin abolengo, Balú sustituyó incluso a Zara en el Centro Comercial El Recreo.
En abril de 2021, solo quedaban tres marcas del grupo Inditex en Venezuela. Y 15 tiendas en total: 5 Zara, 6 Bershka y 4 Pull&Bear.
Los trabajadores de Zara, Bershka y Pull&Bear no han sido despedidos, sin embargo. Y los establecimientos siguen en manos del Phoenix World Trade, que planea inaugurar nuevas tiendas en los próximos días y con nombres similares. Ya no será Zara sino Lola. Ya no será Pull&Bear sino Push&Co. Y tampoco Bershka sino Anakena.
Quizás por eso es que la Cámara de Centros Comerciales (Cavececo) no ha chistado aún. La última vez que lo hizo fue el 2 de abril de 2021 cuando en España estalló el escándalo de Plus Ultra, la aerolínea con capital venezolano, según el portal de investigación Armando.info más precisamente de Camilo Ibrahim, que recibió 53 millones de euros por parte del gobierno español y la oposición (la española, se entiende) pegó el grito en el cielo. En ese momento apuntó en su comunicado que Ibrahim no era «un recién aparecido ni un producto del azar» sino una «expresión genuina de una trayectoria y una tradición».
Inditex, que distribuye ropa a paises de América Latina como Argentina, Chile, Perú y Bolivia, está consciente que sus productos entran ilegalmente a otros países. Y sabe ademas que las piezas estaban en las tiendas Zara, Bershka y Pull&Bear, todas de viejas colecciones, seguramente pasarán a formar parte del stock de sus sustitutas. Un mal menor, dice alguien en Inditex.