Hace unos días supimos de la terrible noticia de la muerte de un pequeño venezolano, quien perdió la vida cuando intentaba entrar a Trinidad y Tobago.
Una información que en lo particular me arrugó el corazón pero creo que eso no aplica para la política a veces.
Lo primero que hice fue colocar en mis redes que esto no es un tema político, que tanto gobierno como las distintas oposiciones debían ser corajudos y plantarse a ese país, olvídense del voto y de la geopolítica internacional ya que es una cuestión de humanidad, nacionalismo y que cada venezolano o venezolanito bebé nos duele.
Fuera de agenda
Quizás es algo muy ingenuo de mi parte pedir eso, pero es que creo en la politica y tenía fe en que la humanidad se impondría sobre el tema (repito) de geopolítica internacional, pero veo que a veces eso no es así.
Sale la noticia que el primer ministro de Trinidad y Tobago, Keih Rowley, conversó el domingo con la vicepresidenta, Delcy Rodríguez y acto seguido, un comunicado infame, inmundo y sobre todo totalmente alejado del sentimiento nacionalista por parte del gobierno de Maduro.
Indignación
En el comunicado, lo primero que me indigno, fue que catalogan el hecho como “incidente” y no, no es así. La vida de un bebé venezolano no es un incidente y eso debería ser antepuesto a cualquier voto en la OEA o en la Asamblea de la ONU.
Luego, dice el comunicado que piden “realizar una investigación exhaustiva que permita esclarecer los hechos en torno a este fatal incidente en el que, lamentablemente, perdió la vida un niño venezolano”, cuando en este país un tweet es suficiente prueba para condenar a alguien por notitia crimini.
Ante esto, yo nuevamente creo que se debe imponer la humanidad, el nacionalismo y sobre todo el valor que tiene la vida de cada venezolano o venezolanito bebé, que todos nuestros connacionales nos duele.
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