AFP
La ciudad epicentro de las protestas en Venezuela ya comenzó a votar por el candidato que sustituirá al encarcelado exalcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos.
Se espera que unos 208.000 votantes acudan a las 100 mesas del municipio para decidir quién será el nuevo alcalde, entre la esposa del destituido Ceballos, candidata de la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), y un abogado de 33 años abanderado por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
En este municipio fronterizo con Colombia, el Consejo Nacional Electoral (CNE) convocó a nuevas elecciones para este domingo después de que dos meses atrás la justicia venezolana condenara a un año de prisión al alcalde Ceballos -quien ganó en diciembre con un holgado 67%- por su supuesta responsabilidad al permitir las protestas que iniciaron en febrero los estudiantes contra el gobierno socialista de Nicolás Maduro.
Pero, según constató la AFP, no hubo actos de masas ni grandes pancartas en los últimos días de campaña. Incluso este sábado los comercios operaron normalmente y tampoco se observó un amplio despliegue militar en la ciudad.
De las barricadas y violentos disturbios que sacudieron San Cristóbal -un feudo tradicionalmente opositor de 260.000 habitantes- desde el 4 de febrero tras el intento de violación de una universitaria, sólo queda el rastro negro de los cauchos quemados sobre el asfalto de muchas de sus calles del norte, algunos edificios completamente quemados y los recuerdos que marcaron a su gente.
Las protestas que allí comenzaron luego se extendieron a otras ciudades del país, con nuevos reclamos como la inflación anual récord de 60% y el crítico desabastecimiento de productos de primera necesidad -como papel higiénico, desodorantes, café o leche- y se saldaron hasta ahora con 42 muertos y más de 800 heridos.
– “Hacer justicia” –
Encaramada sobre la cabina de una camioneta y seguida por motocicletas, la candidata y esposa del destituido alcalde, Patricia Ceballos, cerró su campaña con un recorrido por sectores pobres y de clase media.
“¡Vamos a votar este domingo. Vamos a hacer justicia con ese voto!”, gritaba desde las alturas a los transeúntes la joven política de 30 años.
“Ésta es una campaña de protesta. Aquí no hay fiesta ni hay qué celebrar. Hemos recogido ese sentimiento de indignación de un pueblo al que le fue arrebatada su voluntad electoral”, dijo a la AFP la candidata, quien aparece abrazada a su marido en las pocas camisetas y volantes repartidos en esta campaña, refiriéndose a la destitución y encarcelamiento del alcalde Ceballos.
Para esta madre de tres hijos, con la victoria garantizada y la pronta libertad de su esposo, “San Cristóbal tendrá el privilegio de tener dos alcaldes”, concluyó sonriente.
Desde el otro lado de la ciudad, en un concierto en la barriada de La Concordia (sur) con un amplio repertorio que incluyó desde merengue hasta vallenato, el candidato oficialista, Alejandro Méndez, prometió a los cientos de presentes que pese a que el corto tiempo jugó en su contra, “estamos ganando”.
Y así lo cree José Daniel Rondón, un joven de 26 años que se acercó a la tarima para ver de cerca a su candidato: “Confío en que Alejandro Méndez va a ayudar a los más humildes. La oposición no quiere a los pobres”.
Méndez apareció en este acto de chaqueta amarilla y blue jeans y no de rojo, como es costumbre entre los candidatos oficialistas. Tampoco en sus panfletos se imprimió el logo del PSUV, y fue su decisión.
“Nuestra campaña es incluyente, no hay un color en el que nos puedan encasillar”, respondió Méndez a la AFP. “Soy un rebelde dentro de mi propia organización política”, agregó el abogado que este domingo no podrá votar por sí mismo por estar inscrito como votante en otra alcaldía del estado.
– ¿A quién le doy mi voto? –
Aunque los candidatos celebran desde ya su éxito en las elecciones, en la barriada de Santa Teresa (norte), Jonny Torres mira pasar incrédulo la caravana de la opositora.
“No sé por quién votar”, dijo a la AFP este médico de 50 años. “Ellos van y vienen, se pelean y en mi barrio siguen los mismos problemas”, explica decepcionado.
Alejandro Chacón va caminando por otra calle del norte de San Cristóbal. Mira en un muro la pancarta del candidato oficialista y duda sobre darle su voto aunque recuerda habérselo “entregado” al fallecido líder Hugo Chávez, a su sucesor Maduro y en diciembre también al opositor Ceballos.
“Ya no sé por quién votar para que me cumplan las promesas”, refunfuña. “A lo mejor ni voto”, reclama este pensionado de 63 años.
Sentada a las puertas de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, uno de los centros de mayores disturbios del estado, está sentada Génesis Valera, una estudiante de 19 años que le cuenta a dos amigas su tragedia hogareña.
“Siento que me voy a graduar y no tengo futuro en este país”, reflexiona. Además, debe lidiar a diario con su padre, quien dice estar “cansado” de que todos los alcaldes por quienes ha votado le vean la “cara de bobo”. “Le ruego que vaya a votar pensando en mí. Sólo espero que no haya mucha gente como él”.