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Las autoridades en Chile informaron que arrestaron a tres personas de una célula anarquista sospechosas de participar en el ataque con explosivos más grave que se haya registrado en el país en más de dos décadas, centrando la atención en un movimiento que ha atraído a miles y alarmado a las autoridades.
El ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, confirmó la detención de dos hombres y una mujer. Se sospecha que uno perpetró el atentado y los otros dos fueron sus cómplices. No se dieron a conocer sus identidades.
La explosión del 8 de septiembre en una zona comercial conectada con el metro de la capital dejó 14 heridos y sacudió a los chilenos que hasta entonces se habían acostumbrado al escándalo de pequeñas bombas nocturnas que causaban poco daño.
El fiscal nacional Sabas Chahuán informó el jueves que los sospechosos forman parte de una "célula anarquista acotada", sin mencionar grupos o posibles motivos.
Las autoridades dijeron que los detenidos también podrían estar implicados en una bomba que fue colocada en otra estación de metro en Santiago el 12 de julio, cuando causaron daños materiales pero ningún herido.
Una declaración publicada el jueves en un sitio anarquista en nombre de la fracción anárquica "Conspiración de las Células del Fuego" se responsabilizó de ambos ataques, pero insiste en que el grupo trató de evitar bajas.
"Sepan que dimos aviso al 133 (el número de emergencia) más de 10 minutos antes de la detonación, esperando que la policía reaccionara evacuando el lugar, pero hicieron caso omiso a esta información detonando el artefacto y causando varios heridos, los cuales lamentamos. Dejamos en claro que nuestro objetivo no eran los consumidores y/o trabajadores, sino las estructuras, propiedades y esbirros del poder".
El grupo describe el blanco como "un centro comercial de la burguesía".
Hay varios grupos llamados Conspiración de las Células del Fuego en otros países. El Departamento de Estado tiene a una célula en Grecia clasificada como organización terrorista.
Santiago es una de las capitales más seguras de América Latina, pero se han colocado al menos 29 artefactos explosivos en lo que va del año. Algunos no explotaron, y ninguno de los anteriores al del 8 de septiembre causó víctimas.
Las autoridades dicen que grupos anarquistas han colocado muchas de las 200 bombas en la década pasada. El único fallecimiento, y otros heridos de gravedad, fueron sufridos por los mismos que colocaban artefactos que estallaron antes de tiempo.
Mauricio Morales, un universitario de 27 años, murió cuando la bomba que llevaba en su mochila explotó en 2009. Luciano Pitronello, de 22, perdió una mano cuando manipulaba un explosivo afuera de un banco.
Muchos de los ataques tienen el mismo tipo de bomba: un extintor parcialmente lleno con pólvora.
"En los episodios donde se han visto ataques de bomba, los sujetos han sido conectados al mundo anárquico", explicó Mauricio Fernandez, director de la unidad de crimen organizado de la fiscalía nacional.
Fernandez señaló que los integrantes de los grupos más violentos por lo general son veinteañeros y muchas veces se mezclan con anarquistas pacíficos en edificios tomados por invasores de terrenos.
"El anarquismo es una respuesta de la clase oprimida frente a las injusticias del capitalismo. Por eso, ninguna acción anarquista puede estar dirigida a dañar trabajadores o trabajadoras", afirmó en Facebook el grupo Corriente Revolución Anarquista.
Espero que haya "sentencia condenatoria para estos hechos que son extremadamente graves, que afectan a todo el colectivo que conforma la sociedad chilena", dijo el fiscal regional Raúl Guzmán. "Nuestro país no merece vivir bajo el temor de este tipo de actos".
El martes, la presidenta Michelle Bachelet aprobó medidas de seguridad y poderes ampliados para investigar los ataques.
En algunos casos, grupos anarquistas han dicho que colocaron los explosivos para exigir la libertad de dos anarquistas chilenos presos en España por provocar una explosión en la catedral de Zaragoza el año pasado.