El Gobierno de Francia anunció que se prohibirán las habituales concentraciones y fiestas en la calle en Nochevieja y que pondrá más presión y restricciones a los que no estén vacunados, además de acelerar la vacunación de refuerzo ante la rápida irrupción de la variante ómicron.
El primer ministro, Jean Castex, pidió a los franceses que durante estas navidades limiten al máximo las reuniones o los encuentros con muchos participantes porque "cuantos menos seamos, menos riesgos correremos".
Castex, que dijo que ómicron podría ser la variante dominante en Francia desde comienzos de 2022, insistió en el mensaje en que la principal arma es la vacunación.
Por eso, desde el 3 de enero se permitirá la administración de la dosis de refuerzo a quienes se hayan pinchado por últimas vez hace cuatro meses, y no cinco meses como hasta ahora.
Explicó que con dos dosis, la vacuna para la COVID es eficaz al 60 % contra las formas graves de la enfermedad, pero con tres ese porcentaje sube al 90 %.
Por ahora 17 millones de personas en Francia (que tiene una población de 67 millones) han recibido una dosis de refuerzo y en los últimos días la campaña se ha acelerado, con un récord de 950.000 pinchazos hoy, con la vista puesta en un objetivo de 25 millones de aquí a finales de año.
LOS SEIS MILLONES DE NO VACUNADOS EN EL FOCO
El primer ministro puso el foco en los seis millones de personas que no han querido inmunizarse, una situación que a su juicio "no se aguanta".
Sobre todo porque "llega una nueva ola de contagios" cuando los hospitales "están llenos de personas no vacunadas" y los médicos se encuentran "sometidos a una fuerte presión y lo seguirán estando en las próximas semanas".
Afirmó que se había dado tiempo a esos franceses que tenían dudas, pero ahora eso ya no basta. A comienzos de enero el Ejecutivo llevará un proyecto de ley al Parlamento para que el certificado sanitario, que en Francia es imprescindible para muchos actos de vida social, como ir a un bar, a un restaurante, al cine, a un espectáculo o a un estadio, solo tenga validez para los que están vacunados.
Eso significa que no podrán utilizarlo como hasta ahora los que tengan un test negativo de menos de 72 horas. Además, se endurecerán las condiciones de control de los certificados y aumentará la represión contra quienes cometan fraudes.
"No es admisible -subrayó Castex- que la negativa de unos millones de franceses a vacunarse ponga en peligro la vida de todo un país y amenace la actividad cotidiana de una inmensa mayoría que ha hecho lo que tenía que hacer".
EFE
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