EFE
Líbano está ya sin presidente, después de que anoche acabase el mandato de Michel Suleiman y las fuerzas parlamentarias volvieran a fracasar en elegir a su sucesor por la división entre las alianzas favorable y contraria al régimen sirio.
Los diputados de la coalición antisiria del 14 de Marzo y otros independientes se trasladaron al Parlamento, pero la sesión no pudo celebrarse por falta de quórum ya que sus rivales del 8 de Marzo, liderados por Hizbulá, la boicotearon.
"Hemos venido para subrayar la necesidad de elegir un nuevo jefe de Estado, ya que consideramos que la Presidencia es importante para garantizar los valores de la República, que se basan en el pacto nacional, la Constitución y la democracia parlamentaria", afirmaron anoche en un comunicado leído por el diputado Georges Adwan.
Acusaron a sus adversarios de "sabotear la República y la Constitución al eliminar el papel del Parlamento" y señalaron que "la elección de un nuevo presidente es un deber nacional y no una competencia".
Las Fuerzas del 8 de Marzo no presentaron de modo oficial ningún candidato y el no declarado, el general Michel Aun, jefe de un importante grupo parlamentario cristiano, no hizo pública su candidatura tras esperar en vano el apoyo de la corriente de Futuro, liderada por el ex primer ministro Fuad Siniora.
Sus rivales del 14 de Marzo apoyan a Samir Geagea, jefe del partido Fuerzas Libanesas, pero este está dispuesto a retirarse de la carrera si se lograba un acuerdo sobre otra persona.
En su discurso de despedida, Suleiman pidió ayer que se reforme la Constitución para impulsar el funcionamiento de las instituciones y la unión nacional.
Propuso varias enmiendas para aligerar la labor del Gobierno y reforzar las prerrogativas del mandatario, al tiempo que alabó el papel de las Fuerzas Armadas en este tiempo y llamó a solucionar los problemas derivados de la llegada de más de un millón de refugiados sirios al Líbano.
Las prerrogativas del presidente las asume a partir de ahora el Consejo de Ministros de forma "interina" hasta que el Parlamento elija a un nuevo jefe del Estado, pero existe el riesgo de parálisis si las fuerzas antagonistas boicotean las sesiones gubernamentales.
Además, la comunidad cristiana teme perder el máximo cargo del Estado en detrimento de las otras comunidades.
Según el sistema confesional en el Líbano, la Presidencia la debe ocupar un cristiano maronita, la jefatura del Gobierno, un musulmán suní, y la del Parlamento, un musulmán chií.
En la historia del Líbano moderno, se han vivido situaciones similares a la actual: en 1988 el Parlamento fracasó en elegir al sucesor del ex presidente Amin Gemayel a pesar de que el país estaba en guerra civil, y en 2007 estalló una crisis durante meses hasta que Suleiman reemplazó al general Emile Lahud.