2001.com.ve | AP
Pese a que desde Washington se insiste en que Nicolás Maduro es un títere de Cuba, hubo un momento en el que las tropas cubanas sí intentaron hacerse con el control de Venezuela, o al menos de una remota playa tropical con cocoteros.
Hace 52 años este mes, una fuerza expedicionaria de 12 guerrilleros partió desde la isla comunista para llegar, día más tarde, a este tranquilo pueblo de pescadores con el objetivo de difundir la revolución de Fidel Castro en Sudamérica.
La incursión -calificada en su momento de "invasión" cubana- fue un rotundo fracaso. De los cuatro guerrilleros que comandaban la misión, uno se ahogó cuando su lancha neumática volcó y los otros fueron capturados por una patrulla militar que había recibido una pista de un topo de la CIA sobre el desembarco. En el plazo de un año, la insurgencia, que incluía a ocho venezolanos que no fueron capturados, se había neutralizado.
Medio siglo después, el gobierno socialista de Venezuela habría recibido a quienes ejecutivos anteriores calificaron de "invasores" con una alfombra roja, un hecho que no pasa desapercibido en Washington, que ha acusado a Cuba de ser el principal pilar de Maduro para mantenerse en el poder mientras la economía se derrumba a su alrededor.
"Nadie ha hecho más para respaldar al régimen corrupto de Maduro que Cuba", declaró el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, en un discurso este mes. "El pueblo de Venezuela es esencialmente rehén de Cuba".
Pero la realidad de la influencia de Cuba en Venezuela es más sutil.
La extraordinariamente estrecha alianza entre las dos naciones se forjó cuando Castro aconsejó a Hugo Chávez luego de un golpe de Estado fallido en 2002. Desde entonces, Venezuela suministró petróleo a la isla por un valor estimado de 30.000 millones de dólares a cambio de que La Habana envíe a decenas de miles de médicos y otros empleados gubernamentales, incluyendo asesores de inteligencia y militares, según los desertores.
Aunque nadie duda de la firme alianza ideológica, el cálculo estadounidense de que en territorio venezolano hay hasta 25.000 soldados cubanos no solo fue rechazado por Cuba, sino que parece exagerado incluso para algunos miembros de la comunidad de inteligencia de Washington.
"No hay tropas", dijo Carlos Fernández de Cossío, director general de Asuntos Estadounidenses de Cuba, en una entrevista reciente en Washington. "Cuba no participa en operaciones militares ni en operaciones de seguridad en Venezuela".
Lo que tampoco se cuestiona es el interés estratégico de La Habana en Venezuela, que tiene su origen en el incidente de Machurucuto.
A juzgar por sus quioscos de playa tapados y sus decadentes barcos de pesca, un visitante que llegue a la deprimida localidad de 500 habitantes nunca podría saber que ese fue brevemente un punto crítico en la lucha contra el comunismo durante la Guerra Fría.
Fue elegido por su proximidad a una cordillera montañosa que se extiende hacia Caracas y que era un importante foco de actividad guerrillera.
Ana Morffe, una de las pocas residentes mayores que recuerda lo sucedido, apuntó que en ese momento desconocía qué era una guerrilla. Sin que ella lo supiera, uno de los jóvenes combatientes se coló en su casa por una ventana abierta mientras ella lavaba la ropa en el río y se preparó la comida.
"Yo no lo vi. Pero él seguramente me vio a mí", señaló la mujer, que ahora tiene 75 años.
Héctor Pérez Marcano, que formó parte de la expedición, dijo que el respaldo de Castro procedía de su interés en el petróleo venezolano.
Poco más de dos semanas después de su entrada triunfal en La Habana en 1959, Fidel voló a Caracas, donde multitudes esperaban en la calle para ver al barbudo revolucionario cuya victoria sobre el dictador respaldado por Washington Fulgencio Batista inspiraría a una nueva generación de la izquierda latinoamericana.
Años más tarde, Marcano y unas pocas docenas de venezolanos fueron a la isla para recibir formación militar. Según explicó, la idea de un despliegue por mar la dio directamente Castro durante una reunión en el piso superior del hotel Habana Libre en la primera Conferencia Tricontinental de revolucionarios de África, Asia y Latinoamérica.
Casi 18 meses más tarde, Castro estuvo presente cuando los rebeldes partieron de Santiago de Cuba a las 06:00 de la mañana y entregó un Rolex a cada miembro de la expedición, la ayuda definitiva para cualquier revolucionario que merezca la pena, les dijo. Un año antes, otro escuadrón de desembarco con 15 guerrilleros cubanas, incluyendo un condecorado héroe de guerra que comandaría a las tropas de Fidel en Etiopía y Angola, llegó en secreto al estado occidental de Falcón.
Para el dirigente cubano "la joya de la corona en ese entonces era Venezuela", señaló Marcano.
El impacto de la intervención clandestina se notó de inmediato: se convocó una reunión de emergencia entre diplomáticos de la región en Washington y Caracas cortó toda relación diplomática con La Habana. Tuvieron que pasar siete años para que recuperaran el contacto.
Marcano, un opositor a Maduro, apuntó que la diplomacia petrolera de Venezuela la última década estuvo al servicio de los intereses de Cuba.
"Lo que no logró Fidel en la década de los 60 por la vía armada lo estaba logrando ahora usando a Chávez y a Venezuela como herramienta para un dominio continental”, señaló.
William Izarra se acababa de graduar en la academia de la Fuerza Aérea de Venezuela cuando fue enviado a Machurucuto para interrogar a uno de los rebeldes, Antonio Briones, en una tienda de campaña instalada en la playa.
Formado bajo la influencia de la doctrina de seguridad nacional estadounidense que despreciaba a los comunistas, se sorprendió ante la firmeza de los ideales revolucionarios de Briones, que contrastaban con sus suaves ojos verdes y su actitud serena.
"Pensé que un comunista era el demonio con cola y cuernos", dijo Izarra, que ahora forma parte del gobernante partido socialista venezolano e imparte cursos sobre marxismo. "Pero resulta que el diablo era un ángel”.
Cuando se presentó al día siguiente, Briones yacía muerto en la playa, con el rostro arrancado. La forma en la que fue asesinado sigue siendo un misterio.
Pero Izarra califica el breve encuentro con el revolucionario cubano de epifanía política. En las dos décadas siguientes, trabajó en la clandestinidad para difundir la ideología izquierdista en los cuarteles, y acabó uniéndose a las fuerzas golpistas del entonces teniente Chávez.
Izarra refuta la opinión de Marcano de que Cuba está moviendo los hilos de Maduro, y le preocupa que a medida que la crisis política del país atraiga cada vez más atención internacional, Estados Unidos esté magnificando el rol desempeñado por La Habana en algo similar a la histeria de la Guerra Fría.
"Se quiere volver a tomar ese concepto anticomunista y que Cuba sea identificado como el mal", dijo.
En Machurucuto, las opiniones sobre los cubanos varían. La placa que les dedicaron Izarra y otros partidarios del gobierno en 2006 ha sido robada. Chávez, pese a su conocimiento casi enciclopédico y su pasión por la historia, nunca visitó la localidad como presidente, reflejando algunas de las sensibilidades nacionalistas que compiten dentro del partido gobernante.
El gobierno de Cuba ha sido mucho más generoso. Hay una localidad en el oeste de la isla llamada Briones, además de una medalla militar con su imagen.
Para muchos de los residentes en la aldea, su único contacto con quienes en su día fueron los agresores ocurre en un hospital de una ciudad cercana, donde los médicos los cubanos los atienden gratis aunque con una alarmante escasez de suministros.
Aunque sobrevive con una pensión que apenas le permite comprar un quilo de carne, Morffe sigue apoyando a Maduro y culpa a la gente que lo rodea del lamentable estado del país. Los venezolanos tienen que aprender de Cuba, que sufrió mucho tras el colapso de la Unión Soviética y el final de los generosos subsidios, y que lucha para superar sus propias dificultades, apuntó.
"Hablan con uno, hace amistad de ellos", dijo Morffe acerca de los doctores cubanos. "Lo poco que tenemos es por ellos".
2019-05-18
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