Armando Altuve
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Desde que Jorge Mario Bergoglio subió al trono de San Pedro el 13 de marzo de 2013, la polémica ha estado siempre a su lado. En sus recientes discursos, el papa Francisco no ha escatimado para abordar temas de amplia preocupación para el mundo como la eliminación de la pena de muerte, la pobreza y la importancia del diálogo entre países en conflictos.
Si bien no ha sido el único pontífice de la Iglesia Católica que ha hablado sobre estas temáticas, a diferencia de Juan Pablo II, ha hecho mayor hincapié en los mismos. Esa visión, por lo menos, es la que mantiene el historiador, filósofo y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Agustín Moreno.
Siendo muy puntual, el académico visitó la redacción de Diario 2001 para analizar la personalidad, las palabras y acciones del actual Jefe de El Vaticano. Pero, además, para poner sobre relieve los retos que la Iglesia Católica deberá asumir para adaptarse a los tiempos actuales.
¿Hay diferencias entre el papa Juan Pablo II y Francisco, en cuanto a personalidad y acciones emprendidas?
Juan Pablo II y Francisco tienen personalidades distintas y las acciones de ambos se enmarcan en contextos diferentes. Juan Pablo II era teólogo y filósofo, tenía una mentalidad arraigada a la cultura europea oriental; quizás su forma de pensar era similar a la de los eslavos que tienden tratar los temas de diferentes maneras; en cambio los occidentales tienen una visión más lineal del mundo.
Francisco es distinto porque no tiene un pensamiento teológico que le interese plantear, sino más bien apunta hacia los problemas del mundo real. Juan Pablo también lo hacía, pero en contextos diferentes, él tenía una preocupación por la justicia, libertad, los derechos humanos y la política, el libre pensamiento. Pero hay dos características comunes que comparten ambos pontífices: la preocupación del papa Juan Pablo II era la familia, mientras que Francisco también, y adempas ha insistido en atender el tema de los refugiados y los derechos humanos, que antes se le daba importancia, pero ahora con más fuerza. También hay que decir que Juan Pablo era un hombre mediático. Francisco no, pero se ha tenido que acostumbrar.
¿Podría considerarse a Francisco un reformador de la doctrina católica?
No se puede decir que el papa Francisco sea un reformador. Tampoco creo que vaya a cambiar cosas de la doctrina de la Iglesia Católica. Sin embargo, frente a la actitud legalista de la Iglesia, el mundo dice que hay realidades que ya no tienen sentido y la Iglesia debe adaptarse a los tiempos actuales. Por ejemplo, ese concepto de familia tradicional que está en la mente de la gente y en los libros, no está presente en la realidad. La familia ha cambiado. La Iglesia no puede pensar que el único modelo de familia sea el de Jesús de Nazaret, la Virgen María y el Niño Jesús, sino que debe entender que existen otros modelos diferentes, y eso debe comprenderse desde una visión religiosa. Con relación a la prohibición de los sacramentos, la Iglesia y el papa no entrarían en detalles en esos tópicos porque pudieran malinterpretarse y la Iglesia es muy celosa con los sacramentos. Pese a ello, creo que hay una mentalidad de dejar de lado algunas normas rígidas, pues las leyes son para ayudar las personas y no para que sean una camisa de fuerza.
¿La Iglesia podría ser más tolerante con el tema de la homosexualidad?
Con respecto a la homosexualidad, el mundo ha cambiado. El nivel de tolerancia de hoy no es igual al de hace años y el tema no se puede negar ni solapar. Desde el punto de vista legal hay ciertas cosas que se pueden tomar, pero desde el punto de vista moral es difícil, y la Iglesia debe adaptarse a un mundo donde confluyen ideas que han estado en entredicho y que hoy se pueden discutir porque el punto de referencia no es la fe sino la razón. Eso, por supuesto, nos lleva a distintos problemas con el relativismo; de allí que el papa Francisco dice que de las ideas diferentes se pueden sacar conclusiones que nos ayuden a conciliar y a transitar por un camino de tolerancia y respeto. No es casualidad que el papa mencionara, en su discurso en el Congreso de Estados Unidos, a Thomas Merton, un teólogo, poeta y místico, que no viene del catolicismo, y que en todos sus tratados plantea de que la armonía debe entenderse en la diversidad. La percepción sobre la homosexualidad ha ido cambiando en la Iglesia Católica. Antes, en los documentos oficiales, se decía que era un mal y un pecado; pero en los escritos recientes se esboza en términos de fraternidad y tolerancia.
¿Podría cambiar la perspectiva de los feligreses cuando al notar una Iglesia Católica que tolera está condición?
Quizá la actitud no sea negociar principios, sino de aceptar el pensamiento diferente, aunque no sea compartido. La Iglesia, desde el punto de vista práctico, debe aceptar esa realidad porque está presente. No creo que Francisco esté orientado hacia lo acomodaticio: aceptamos esto porque hay presiones o se asume una postura tajante. Él, como jesuita, sabe del discernimiento, de que los problemas no son negros ni blanco sino que tiene matices. En la realidad, no es sencillo dar soluciones que complazcan a todo el mundo porque tal vez muchos dirán “la Iglesia me acostumbró a pensar de cierta forma y ahora me dice que debo pensar de otra”. Ahora, el discernimiento nos dice qué cosas son determinantes y cuáles son accidentales. En la familia es determinante la educación de los hijos y concebir que dos hombres sean responsables de esa formación hace pensar sobre el futuro de ese niño dentro de ese núcleo. Pero no se pueden aislar, eliminar ni excretar esos casos.
¿ Francisco tiene afiliación con la izquierda?
Habría que decir que la categoría de izquierda y derecha ya no se ajustan a la realidad. Se dice que el papa y la Iglesia, en los tiempos actuales, tienen un pensamiento orientado hacia lo que tradicionalmente se decía que es la izquierda porque los problemas planteados en el mundo actual lo sufren los más pobres y, antiguamente, los marxistas se adjudicaban esas luchas. Allí hay una connotación histórica, pues la Iglesia Católica, en siglos pasados, se preocupó por los conflictos que generaron el modernismo y el liberalismo y no le puso atención a la pobreza y los problemas sociales del proletariado. Hasta que vino León XIII y rescató ese pensamiento. Hoy sabemos que el marxismo real -no el promulgado por Marx- sino la adaptación de Lenin y Stalin fue un fracaso histórico porque el sistema que no permitía pensar libremente.
¿Es un error catalogarlo de izquierdista?
Claro, porque las categorías de izquierda y derecha no tienen sentido. Teóricamente, se puede establecer un modelo y una ingeniería social; es decir un sistema alternativo, distinto al capitalismo y el socialismo. Para que eso funcione tendría que haber una fuerza que obligara a la gente a seguir ese modelo. Pero eso no ha resultado, y, justamente, esa idea fue la que se implementó durante los sistemas totalitarios del siglo XX para erradicar los males de la sociedad. Por otro lado, en la práctica, no funciona un modelo alternativo al capitalismo. El papa Francisco no estaría en contra de ese sistema, pero sí de aquellas cosas del capitalismo que son malas, como por ejemplo, la ausencia de ética. El capitalismo tiene cosas buenas como el interés individual y la acumulación, y esas características son inherentes al ser humano. El capitalismo no es contra natura, pero sí lo es el marxismo.
¿Qué problemas le preocupan a papa?
El papa está tocando problemas que el mundo debe resolver y eso no tiene nada que ver con las ideologías. Por ejemplo, el tema de la ecología porque los más afectados suelen ser los más pobres y los países ricos no les interesan lo que está ocurriendo. Otro problema es la exclusión en la educación que suele reflejarse en la tecnología y los grandes avances que están al servicio de pocos, mientras que la mayoría no tiene acceso. El tema de la política también es otro asunto que le preocupa porque la política ha perdido su autonomía frente a la economía y la ciencia. La política, y lo dijo el papa, es para la convivencia, para llegar acuerdos entre personas que piensan distinto y esos acuerdos sean para el bien común. Eso tiene que ver con lo religioso. ¿Qué le interesa a la religión? La felicidad de las personas. Por ejemplo, nadie es feliz, si pasa hambre.
2015-10-04