La esperanza de vida de las mujeres con cáncer de mama se ha triplicado en los últimos 10 años, según un estudio del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas (EEUU), al lograr que un 88 % de las afectadas viva a los 5 años del diagnóstico, frente al 27 % de hace una década.
Un dato esperanzador que reveló en una entrevista con Efe el doctor Gabriel Hortobagyi, director del Programa de Investigación en Cáncer de Mama de este centro estadounidense, tras participar en las jornadas "Dealing Healtcare and Innovation in Metastatic Breast Cancer HER2 negative", que se celebraron esta semana en las ciudades españolas de Madrid, Valencia y Barcelona.
Hortobagyi agregó que constituye el proceso maligno que se diagnostica con mayor frecuencia entre las mujeres.
Sin embargo, la esperanza de vida aumentó de forma "espectacular" durante el último decenio, hasta el punto de que este tumor podría perder pronto el segundo lugar en la clasificación de tumores letales.
El doctor se refirió al logro que ha supuesto dirigir fármacos contra determinadas moléculas tumorales que impulsan el desarrollo de la enfermedad.
Citó el descubrimiento del biomarcador HER 2, uno de los primeros pasos en el tratamiento de tumores sólidos.
"Gracias al trastuzumab (su nombre comercial es Herceptin) y a otros medicamentos que se desarrollaron posteriormente, la supervivencia de las pacientes con tumores HER2 positivos ha hecho que pasaran de ser el subtipo de peor pronóstico a casi ser el de mejor", precisó.
Este tratamiento, en opinión del experto, "se puede considerar el caballo de batalla que ha puesto a la medicina personalizada en el centro del escenario".
Hortobagyi afirmó que algo similar ha pasado en otros tumores aunque "tal vez no en la misma cuantía", como ocurre con las leucemias, que se curan en casi todos los casos, pero también en otros procesos oncológicos como el cáncer colorrectal, el de riñón o el melanoma, con progresos "muy significativos".
Lo más importante, en su opinión, es que ese avance se ha dado gracias a la investigación y los datos obtenidos han sido utilizados en parte por la industria farmacéutica para desarrollar nuevas terapias.
"Lo cierto es que con los conocimientos que tenemos hoy en día y los recursos necesarios el progreso en los próximos 20 años va a ser aún mayor. Soy muy optimista", enfatizó.
Teniendo en cuenta que los avances cada vez se dirigen a subtipos más concretos de pacientes, el investigador subrayó que "los criterios de las agencias reguladoras -como la FDA en EEUU o la EMA en Europa- tienen que cambiar" al igual que los de la comunidad científica.
"No podemos esperar que las agencias nos den simplemente un ‘cheque en blanco'", dijo el doctor, quien incidió en que uno de los temas más relevantes de la medicina personalizada es el desarrollo y validación de biomarcadores, de estudios o test que permitan identificar un subgrupo de pacientes que se van a beneficiar de un fármaco y cuáles no.
"Hasta el momento no nos ha ido muy bien, ya que no contamos con logros masivos en este campo. En el caso concreto del cáncer de mama, en los últimos 50 años se han propuesto más de 800 pero sólo se han validado 4-5 biomarcadores", concluyó.
Hortobagyi confía en que las agencias valoren que la inversión que hace una compañía para desarrollar un fármaco es "muy considerable", entre 1.000 y 2.000 millones de dólares.
"Hace diez años era más o menos la mitad, pero como cada vez se requieren estudios más amplios y detallados, con objetivos más definitivos, se ha incrementado aún más el coste", advirtió. EFE