The Associated Press
Un controvertido magnate naviero que abastece gasolina a su natal Venezuela dijo que hará lo que sea necesario para evitar que la creciente escasez de combustible detone una explosión social que, advierte, podría ser peor que cualquier situación provocada por el COVID-19 en el país.
Wilmer Ruperti otorgó su primera entrevista en años después de que The Associated Press reportara hace algunas semanas que su compañía, Maroil Trading Inc., estaba comprando gasolina que la mayoría de las empresas se niegan a venderle a la nación socialista, la cual se encuentra en bancarrota y asediada por enormes sanciones. Señaló que los primeros 300.000 barriles llegaron la semana pasada y que un millón más van en camino.
Ruperti rechazó las críticas de que le está arrojando un salvavidas al líder venezolano Nicolás Maduro, y señaló que Washington está al tanto de lo que él dijo es una labor humanitaria. Indicó que su objetivo es atenuar las penurias de los venezolanos que han quedado en medio de un enfrentamiento de 16 meses entre Maduro y el líder de Congreso, Juan Guaidó, a quien Estados Unidos y otras 60 naciones reconocen como el mandatario interino de Venezuela.
“No es un asunto de negocios personales”, dijo Ruperti a la AP desde su mansión modernista sobre una colina con vista a Caracas. "Es un asunto de beneficios para un pueblo que está sufriendo las consecuencias de muchas medidas que se han tomado en el ambiente político".
Los envíos de combustible de Ruperti —apenas suficientes para cubrir la demanda de unos cuantos días— no resolverán pronto los problemas de suministro en Venezuela. Su economía, dependiente del petróleo, lleva varias semanas paralizada, con descontentos esporádicos y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad responsables de proteger las gasolineras de los conductores enojados obligados a aguardar horas para poder llenar sus tanques.
Pero Ruperti señaló que no se desanima y que, de permitírsele, enviaría cargamentos mucho más grandes. No es la primera vez que el excapitán de un buque petrolero ha salido al rescate del gobierno de Venezuela. En 2002 contrató una flota de buques rusos para importar gasolina durante una huelga de varios meses en la paraestatal petrolera PDVSA, una acción que le ganó la simpatía del difunto mandatario Hugo Chávez.
“Maduro es el presidente de Venezuela. De eso no puede quedar la duda a absolutamente a nadie”, dijo cuando se le preguntó si el mandatario se beneficiaría de sus acciones. “Pero esto sobrepasa inclusive la misma autoridad del presidente, porque al fin último tú estás ayudando a todo el pueblo venezolano, tú estás ayudando a la gente común, a la gente que trabaja todos los días, a la gente que tiene que desplazarse a su trabajo, a su médico, a la distribución de alimentos”.
Entre los que están desesperados por ayuda está Carlos Pedroza, quien el miércoles había llegado al frente de la fila después de una espera de casi 24 horas para cargar combustible a su vagoneta en una gasolinera de Caracas. Los documentos en el tablero de su vehículo demuestran que trabaja para una compañía de control de plagas, lo que le otorga el derecho de llenar el tanque. Aunque no simpatiza con Maduro, dijo que no le importa quién resuelva los problemas de escasez de combustible en el país.
“Sólo queremos trabajar”, declaró.
Ruperti, de 60 años, se negó a revelar en dónde está adquiriendo la gasolina. Pero sí dijo que algunos de sus fondos provienen de PDVSA y que, para evitar sanciones de Estados Unidos, Maroil, una empresa registrada en Panamá con una filial en Europa, abrió una cuenta bancaria en Rusia. La AP había reportado previamente que las cuentas estaban en el banco Derzhava, con sede en Moscú.
“Prefiero tener mis cuentas en Citibank o Bank of America, pero eso ahora no pasa”, dijo desde su oficina, equipada con enormes pantallas que transmiten las noticias, las cifras del mercado bursátil y el tráfico naviero a nivel mundial. Un enorme retrato del héroe independentista Simón Bolívar cuelga detrás de su escritorio en una habitación contigua.
Dijo que el mes pasado sus abogados le notificaron al Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre sus planes y que no hubo objeciones.
El Tesoro indicó en un comunicado que recibe muchas consultas y notificaciones cada semana en su línea telefónica para el cumplimiento de las sanciones y a través de su sitio web de permisos, entre otros canales. Pero indicó que aquellos que presentan este tipo de solicitudes no deben llegar a la conclusión de que su actividad es permisible o que no está sujeta a sanciones sin haber recibido una confirmación formal, señaló.
““Estoy 100% seguro que estoy haciendo esto legalmente y cumpliendo con las reglas y obligaciones existentes”, dijo Ruperti, quien se considera admirador de Estados Unidos y tiene familiares que viven en ese país.
Según su propia versión, el magnate es producto de, lo que en una época más próspera, era el sueño venezolano. Hijo de un cocinero que emigró a Venezuela desde Italia en la década de 1950, dijo que recibió becas del gobierno para estudiar en el extranjero.
Pero a diferencia de muchos venezolanos más acaudalados, permaneció con la revolución bolivariana de Chávez y su negocio prosperó como un importante contratista para PDVSA. Ruperti mostró su gratitud obsequiándole al líder izquierdista dos pistolas que utilizó Bolívar, que presuntamente le costaron 1,6 millones de dólares. Sin embargo, más tarde lo demandó una unidad de una compañía transportista rusa por el supuesto pago de sobornos millonarios.
Más recientemente financió la defensa de dos sobrinos de la primera dama Cilia Flores en un juicio por narcotráfico con grandes implicaciones políticas en Estados Unidos, así como los gastos legales del estadounidense Joshua Holt, quien permaneció encarcelado dos años en una prisión de Caracas por acusaciones, aparentemente fabricadas, de posesión ilícita de armas.
Se dijo reconfortado por el reciente anuncio de Maduro de cambios en PDVSA, donde la producción se desplomó 65% en los últimos 28 meses de la gestión anterior. Dijo que el gigante petrolero, que será dirigido por un primo de Chávez con apoyo de un ministro de la industria al que Estados Unidos considera un capo del narcotráfico, debe concentrarse en su actividad principal de producir, refinar y distribuir hidrocarburos y no en perseguir objetivos políticos.
“Tenemos que trabajar”, dijo Ruperti. “Tenemos que marginalizar a los políticos y todos los días trabajar mínimo 12 horas para cambiar la situación”.
2020-04-30
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